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Periodismo cultural como factor de cambio

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Periodismo cultural como factor de cambio

"Naturaleza muerta con libros" de Fernando Botero
"Naturaleza muerta con libros" de Fernando Botero

 

Ponencia presentada en el Primer Encuentro Nacional de Periodismo Cultural, efectuado en la ciudad de Chihuahua, Chihuahua, a finales de septiembre.

Primera parte.

Por Alejandro Pulido Cayón

 Uno de los principios básicos del quehacer periodístico es el de la veracidad, el apego estricto a los hechos, para tamizarlos, expurgar en ellos lo relevante, y darlos a conocer al lector. Y en honor a ese principio, al iniciar esta exposición no tenía ni la más remota idea de cómo abordar el tema de la profesionalización del periodismo cultural, o mejor dicho, la profesionalización de los reporteros que cubren las fuentes de arte y cultura. En ese sentido, lo más correcto sería plantearnos la especialización. Se comprende que el reportero o periodista, con participación constante en un medio de comunicación acreditado, ya cuenta con el estatus profesional. Tiempo atrás quedó la época en la que cualquiera podía acceder al oficio de reportero. Escuelas y universidades, con mapas curriculares y carreras bien estructuradas dan cuenta de ello. En sí, más que discernir sobre la profesionalización de los periodistas culturales, habría que reflexionar sobre la imperante necesidad de generar las oportunidades que permitan la especialización en el área.

En el sureste del país, donde radica mi cercana experiencia, prácticamente es imposible distinguir entre el periodismo de espectáculos del cultural y artístico. La especialización es una quimera. Un breve recuento de los medios impresos que circulan en Yucatán, Campeche y Quintana Roo, da cuenta de que la cultura como tema noticioso es algo de segunda mano, con la trascendencia del evento social y su consabido desfile de rostros y figuras de la alta sociedad. Casos concretos los encontramos en el Diario de Yucatán, que dedica su sección de Imagen a la relación de hechos sociales y religiosos cotidianos; mientras que el periódico Por esto!, únicamente cuenta con dos páginas llamadas Paisaje Crítico, en las que se da una especie de periodismo de opinión sobre eventos culturales; en tanto que los periódicos de Quintana Roo las secciones de arte y cultura se limitan a una o dos páginas en las que se reseñan exposiciones de artes plásticas u obras de teatro. En cuanto al caso de Campeche, el diario Tribuna generaba un suplemento semanal en el que se pretendía analizar el devenir artístico, pero de Yucatán, valga la paradoja. Ese constreñimiento de los espacios informativos, genera la falta de personal especializado y que cuente con la capacidad critica para dar a conocer los eventos más relevantes del arte y la cultura en la Península. Salvo algunos intentos independientes, como son la revista Soma y Letras en Rebeldía, le periodismo cultural en la Península está en extinción. Y cabría la pregunta: ¿es la falta de medios de comunicación lo que provoca esa carencia, o la falta de informadores especializados es la que origina esa situación?

Por un lado vemos que los directivos de los medios de comunicación (insisto, en la Península de Yucatán), consideran que la cultura y el arte no son redituables en materia noticiosa. Incluso cuando se trata de eventos de verdadera trascendencia, como fue la presentación del Plácido Domingo en Chichén Itzá, en octubre de 2008, no hubo un solo periodista especializado que cubriera la nota. Los reporteros locales que asistieron, son los mismos que cubren la fuente de sociales y de información general. Quizá podría decirse que en ello radica la especialización: en la nota de sociales. Ya ni mencionar eventos de menor envergadura, o situaciones directamente relacionadas con políticas culturales, puesto que la carencia es todavía mayor. Los espacios que otorgan los directivos, son menores a la información que se genera en la fuente de policía. Ante ese panorama, se puede afirmar empíricamente que la falta de espacios es la que afecta de forma directa a la especialización del periodista cultural.

Ahora bien, también es de considerarse el tipo de periodismo cultural que se desarrolla por regla general. Es ampliamente aceptado que el periodismo cultural es aquél que da cuenta, principalmente, del devenir artístico. Conciertos, presentaciones de libros, exposiciones pictóricas o escultóricas, funciones de teatro y demás bellas artes, o artes alternativas como el performance, lo multimedia, la instalación, el videoarte, etcétera, son el nutriente básico de la fuente. Con ello se soslaya un factor determinante, que influye directamente en la circunstancia descrita, y es la falta de investigación y crítica hacia las políticas culturales en cada Estado. En tanto se carezca de un periodista especializado en la fuente de cultura, por lo general se pasará por alto el desempeño institucional, ya que los informadores se mantendrán concentrados en reportar los eventos, y no la forma en cómo las instituciones los organizan, deciden y aplican sus recursos y programas operativos.

Atención. A estas alturas es evidente que he omitido mencionar a los periodistas culturales que basan su trabajo en artículos de opinión y crítica especializada de las artes. Realmente ha querido circunscribir estas reflexiones a lo que significaría la especialización del reportero en materia de arte y cultura. Dicho lo anterior, prosigo.

El periodista, de por sí, es un profesional cuya principal función está en la investigación. En la peninsular situación que relato, la mayor parte del trabajo desarrollado se limita a efectuar entrevistas, hacer reseñas y, en el mejor de los casos, crónicas. Cierto es que los mencionados géneros son valiosos en sí mismos, sin embargo, adolecen de la fuerza capaz de generar un cambio en el quehacer institucional con respecto a lo artístico y lo cultural. Es por ello que el periodista especializado en cultura y arte, además de desarrollar esas labores comunes, requiere la capacidad de recurrir a las técnicas de investigación para desvelar el trasfondo de cada evento al que acude, en vez de limitar su labor al reporte de la nota. En esto radica la esencia de la especialización en materia de periodismo cultural que se propone.

Antes de proseguir, hay otras consideraciones que mencionar, puesto que, entre comillas, el profesional del periodismo cultural, ha de contar con atributos diferentes a los del resto del gremio, a saber: una preparación profunda en materia artística, conocimientos sobre estética e historia del arte, además de una capacidad crítica desarrollada. Si bien en la escuela se adquieren los conocimientos básicos de las técnicas periodísticas, no así se recibe la preparación específica para aquilatar los valores de una puesta en escena o la trascendencia de una pintura en especial. Esos conocimientos han de nutrirse con la diaria experiencia y el constante estudio.

No obstante, con el simple hecho de dominar las técnicas de investigación, y apoyados con los avances en materia de transparencia gubernamental, el periodista cultural se encuentra en posibilidad  de marcar una diferencia en el entorno de su competencia, que es el arte y la cultura. Recurriré a  un ejemplo. En junio de 2007, el entonces gobernador de Yucatán, Patricio Patrón Laviada, rindió su sexto informe de gobierno. Y como la ley marca, tuvo que hacer público el estado que guardaba la administración pública. Por supuesto que realzó los supuestos logros conseguidos en cultura, sin embargo, en una revisión minuciosa de la cuenta pública, salió a relucir que de toda la producción literaria del sexenio, no se habían distribuido los libros, y que había más de dos millones de pesos invertidos en ese material que permanecía guardado en bodega. Eso dio pie a una investigación en la que se descubrió que, en efecto, existía un programa editorial pero éste presentaba una disfuncionalidad atroz, debido a la falta de canales de distribución del  material. Y lo peor, las únicas ediciones que alcanzaron a ser distribuidas, pertenecían a un selecto grupo de escritores locales que habían cooptado la Dirección de Literatura del Instituto de Cultura de Yucatán. A partir de ello, se consiguió el rescate de las colecciones guardadas en bodega, mismas que fueron distribuidas en la red de bibliotecas del Estado. Todo ello puntualmente documentado por Tribuna de Yucatán. Esa serie de notas pudieron haber sido cubiertas por cualquier reportero interesado en la investigación. Pero, a decir verdad, se requería de una persona involucrada en el tema para poder desarrollarlo en su magnitud y significado.

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