Por Virginia Carrillo.

Muy diversa es la producción poética de Yucatán, y en particular de claroscuros si se trata de lo escrito por mujeres. Mirando a la distancia el siglo XIX divisamos hablantes poéticas como Gertrudis Tenorio Zavala o Rita Cetina que, ocultas tras el velo de la ensoñación o la fantasía, bordean con recato el asunto del erotismo utilizando para su representación, por ejemplo, las flores como metáfora. Eso les permitía su época.

Pero en nuestro presente es un hallazgo festivo ver cómo se ha transformado la lírica procedente de plumas femeninas yucatecas y cómo ya sin recato ni gazmoñería, la poesía resbala feliz por los versos que se regocijan en el deseo y que acarician la genitalidad para celebrar la alegría del encuentro de dos cuerpos que se aman.

Es el caso del poemario A piel desnuda de la autoría de Alegría Agosto y editada por el ICY, cuyos versos sostenidos en un ritmo que no decae, en una musicalidad armónica que teje un delicado hilo de unión entre el fondo y la forma, exploran la sexualidad femenina reafirmando la búsqueda del placer como una experiencia vital a la que tienen derecho todos los seres humanos.

“Quiero alentar a las mujeres y a los hombres a conocer qué necesita cada uno en el terreno del sexo, nuestras relaciones pueden ser muy satisfactorias si aprendemos a hablar de ello” explicó Alegría Agosto.

La poesía ligada a un propósito social que busca colaborar en el mejoramiento de las relaciones interpersonales, es la propuesta de esta autora en A piel desnuda que, como las escritoras decimonónicas utiliza un seudónimo para firmar su escritura, pero que se expresa en ella con toda la libertad del siglo XXI.