Una letra de cambio en papiro
Un vetusto alfabeto fenicio
Un puente de trueque flotante
entre mares dispares
Simiente del recibir y dar
cosas multicolores
en equidad y paz.
Mucho antes de los muelles
del esplendoroso Cartago
Y su fatal ruina a mano
del conquistador romano
Surcando el devenir suntuoso
del gran bedesten de Estambul
con trazo de mezquita abierta
a gremios laboriosos y marchantes
asiduos al ritual del recibir y dar
lo necesario como lo suntuario.
Con sus vestigios mercantes
El mundo un bazar de souvenir
En un HíperMall insular luminoso
hermético e incitante
Al descenso y asenso eléctrico
un tobogán de emociones finitas.
Más aún en el trasiego intenso
tumultuoso de millones de objetos
a pie de dintel en puertas y ventanas
Omnipresencia transcontinental
En nube de mega bytes virtual
seca e intangible
Sin regateo ni vínculo de ser alguno
Solo imagen franca inmaterial
en resplandor de pantalla digital.
El mundo moderno un bazar
sin espacio sin frontera
donde todas y todos vendemos
algo de sí mismos
Una subasta de emociones encriptadas
en código de lengua binaria
Sin texturas u olores
solo intuición táctil.
Un mundo de vanidades inabarcables
pletórico de ficciones siempre truncas
El abismo innovador se ensancha
al tropel de enseres inasibles Para al fin poseer la solución perfecta
la pulsión irrefrenable
A la par de lo vital como lo superfluo.
La frugalidad contrahecha
de la falaz abundancia
Alcanza ya su frágil confín
en la desgastada y ultrajada
piel del endeble planeta tierra.
Rafael Aguiar
8 Marzo 2021