Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Los feminicidios de Ciudad Juárez bajo la óptica gringa

Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Los feminicidios de Ciudad Juárez bajo la óptica gringa

Alucine

bordertown_ver2

Por Alejandro Pulido Cayón.

Lástima. Es el sentimiento que mejor describe a los productores hollywodenses que tratan la temática de México. Sus concepciones sobre nuestro país provocan verdadera lástima. Hacen un retrato vulgar, simplista, absurdo, como el de quien proverbialmente mira la paja en el ojo ajeno. Producen más pena cuando se habla de los feminicidios de Ciudad Juárez, como lo hizo el realizador Gregory Nava en su filme “Bordertown”.

Contó en los protagónicos a Antonio Banderas y Jennifer López, quienes interpretan a unos reporteros que investigan los casos de mujeres desaparecidas y asesinadas en esa ciudad fronteriza. Lo más lamentable del caso, es que se trata de las peores interpretaciones de ese dúo. Ni ellos se creen el papel que les asignaron. El resto del elenco se completa con la mexicana Maya Zapata, la brasileña Sonia Braga y el ultra gringo Martin Sheen, quienes dan una actuación por demás chabacana cuando no insulsa.

Una investigación muy pobre sobre los terribles hechos acaecidos desde hace dos décadas, sirve de marco para construir una historia endeble, en la que las referencias a la corrupción mexicana son lugar común, con personajes planos y maniqueos.

Cierto es que el ejercicio del periodismo en el Norte de México se torna de sumo peligroso, debido a la alta penetración del narcotráfico en esa zona, y no tanto por un afán gubernamental de acallar las voces críticas. En la referida cinta, presentan a un gobierno empeñado en obstaculizar la libertad de expresión con métodos violentos, que incluyen balaceras y detenciones arbitrarias.

Jennifer López hace de periodista radicada en Chicago, que recibe la asignación de trabajar en un reportaje sobre las mujeres de Juárez. De acuerdo con su jefe (Sheen), se le otorgó esa comisión debido a su ascendencia latina, además de que anteriormente había colaborado con el editor de El Sol de Juárez (Banderas). A regañadientes, y con la promesa de recibir una corresponsalía en el extranjero, la mujer se traslada a Juárez, donde contacta a su ex compañero. 

Los primeros minutos de la cinta, muestran una serie de datos estadísticos sobre la producción de las maquiladoras instaladas en esa ciudad. Asimismo, reseñan las extraordinarias ganancias que se generan con la mano de obra barata, producto de los acuerdos suscritos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En último momento, dan la cantidad de mujeres desaparecidas y asesinadas.

Como secuencia inicial, Nava relata la suerte de una joven empleada de maquiladora (Zapata), quien al abandonar su trabajo sufre la violenta agresión de tres sujetos que la dan por muerta en el desierto; sin embargo, de entre la tierra se levanta la víctima ultrajada y recorre varios kilómetros hasta su humilde hogar. Ese será el caso insignia que retomaran el par de reporteros.

La película no aporta dato alguno relevante, salvo el hecho de que menciona las diferentes teorías sobre los feminicidios que hasta la fecha se conocen, a saber: tráfico de órganos, filmación de violaciones y asesinatos, odio de género, violencia intrafamiliar, presencia de uno o varios asesinos seriales y ritos satánicos.

Cierto es que lo más preocupante de los casos radica en el tortuguismo de las investigaciones y el ocultamiento de información; a pesar de ello, se desconoce de situaciones en las que se haya visto comprometida la integridad de algún informador por los asesinatos. Como ya se mencionó, los problemas de la prensa norteña están vinculados con el narcotráfico.

Nava adereza su torcida visión de México con un par de personajes que representan a la Policía Judicial, y que aparecen a escena con la intención de amedrentar al editor de El Sol de Juárez, a quien incluso retienen sin justificación alguna y allanan su redacción sin orden de cateo. Entre las múltiples agresiones a periodistas, esa sería de las que mayor indignación levante en el gremio, sin embargo, en el filme de marras eso parece importarle poco o nada al resto de editores de la comunidad, lo que constituye una gran aberración para el sentido común.

Un débil trazo de lo que representan los intereses económicos y políticos, tanto en Estados Unidos como en México, enmarcan la historia y pretenden ser fundamento para ocultar la atroz realidad de los feminicidios. Como todo en la cinta, esos bosquejos de realidad apenas y justifican los acontecimientos que pretenden denunciarse. A partir de construcciones gratuitas se erige una cinta anodina.

Llena de inconsistencias, “Bordertown” representa el más claro ejemplo de lo que es un cine mediocre de grandes pretensiones. Oculta su miseria en un frustrado discurso de denuncia. Lástima de los talentos involucrados.

 

Facebook
Twitter
LinkedIn