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Iglesia llama a sufragar con libertad

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Iglesia llama a sufragar con libertad

emilio-berlieMérida, Yucatán, a 13 de mayo de 2010.- Abierto el compás de espera para el arranque de la jornada de los comicios, el arzobispo de Yucatán, Emilio Carlos Berlié Belauzarán, emitió un mensaje a la grey católica, en el que expone los valores que deben prevalecer entre los gobernantes, y que con base en ello el ciudadano decida el sentido de su voto.

A continuación reproducimos el mensaje íntegro:

 

A todos los fieles de la Arquidiócesis de Yucatán:

El próximo domingo 16 de mayo tendremos la oportunidad de participar en un ejercicio democrático que marcará el futuro inmediato de nuestro Estado y de cada uno de sus municipios. Si bien es cierto que una jornada electoral no agota el amplio espectro de posibilidades que tiene el ciudadano de participar en los asuntos comunes, no podemos ignorar la importancia del momento en que se toma la decisión de emitir el sufragio a favor de una o de otra opción. Por eso es importante recordar que “la participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común” (CDSI, 189).

En la historia reciente de nuestro país hemos constatado un progreso democrático que se manifiesta en los diversos procesos electorales. La experiencia nos muestra, sin embargo, que no basta una democracia puramente formal, fundada exclusivamente en el cuidado de los procedimientos electorales, sino que es necesaria una democracia participativa y basada en la promoción y respeto a los derechos de la persona. Reflexionando sobre la realidad política en Latinoamérica, los obispos de este continente reunidos en Aparecida, en el año 2007, decían que “una democracia sin valores se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo” (DA 74).

La doctrina social de la Iglesia identifica tres valores que fundamentan la vida social, y que vale la pena tener en cuenta en el momento de elegir entre las diversas opciones que se nos han presentado en esta campaña: la verdad, la libertad y la justicia. Estos valores, según el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia “son la referencia imprescindible para los responsables de la vida pública, llamados a realizar las reformas sustanciales de las estructuras económicas, políticas, culturales… y los cambios necesarios en las instituciones” (CDSI, 197). Los proyectos más nobles pueden terminar en el fracaso cuando las personas que los realizan y las instituciones que los respaldan se olvidan de estos valores fundamentales:

1. La verdad. Es la correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace, es el cumplimiento de la palabra dada, es fidelidad y sinceridad, es transparencia. Aquí no se trata de la repetición de afirmaciones lógicamente aceptables, ni de la exposición de teorías abstractas, sino de “vivir en la verdad”. La coherencia entre lo que se afirma y lo que se vive crea confianza en los ciudadanos. “La convivencia de los seres humanos dentro de una comunidad, en efecto, es ordenada, fecunda y conforme a su dignidad de personas, cuando se funda en la verdad” (CDSI, 198).

2.La libertad. Signo de la sublime dignidad de cada persona humana y de la imagen divina, “el valor de la libertad es respetado cuando a cada miembro de la sociedad le es permitido realizar su propia vocación personal; es decir, cuando puede buscar la verdad y profesar las propias ideas religiosas, culturales y políticas; expresar sus propias opiniones… y asumir iniciativas de carácter económico, social y político. Todo ello en el marco de un sólido contexto jurídico, dentro de los límites del bien común y del orden público y, en todos los casos, bajo el signo de la responsabilidad” (CDSI 199-200).

3.La justicia. Según su formulación más clásica, la justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. Es la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona, y constituye el criterio determinante de la moralidad en el ámbito social (CDSI 201). La justicia no es una simple convención humana, porque lo que es “justo” no está determinado originariamente por la ley, sino por la identidad profunda del ser humano (CDSI 202). Esta perspectiva nos permite superar la visión contractual de la justicia, que es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor: “Por sí sola, la justicia no basta. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza más profunda que es el amor” (CDSI 203).

La jornada electoral del domingo 16 de mayo será el momento crucial de un proceso más amplio en el que los diversos actores están llamados desempeñar sus responsabilidades conforme a lo establecido por la ley. La ciudadanía ha tenido la oportunidad de ver y de oír las diversas propuestas y ahora tendrá la responsabilidad de elegir. Cada elector tiene el derecho y el deber emitir su voto en conciencia. Esto significa que debe saber por quién vota y qué propuestas apoya, pero también exige informarse responsablemente sobre los criterios y los valores que representan los candidatos y las instituciones que los respaldan. Y para esto, el Evangelio nos ofrece un criterio muy sencillo: “Cada árbol se conoce por su fruto” (Lc 6,44).

Exhortamos, pues, a todos los fieles a ejercer su derecho y su deber de votar conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común, y los invitamos a respetar a aquellos que elijan opciones distintas. Es necesario aceptar que, en una sana convivencia democrática, la pluralidad se puede manifestar incluso en el seno de una misma familia o comunidad sin que esto signifique un obstáculo para la unidad.

Emilio Carlos Berlie Belaunzarán

Arzobispo de Yucatán

José Rafael Palma Capetillo

Obispo Auxiliar

Pbro. Pedro José Echeverría López

Canciller Secretario

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