Por José Luis Preciado.

“La inseguridad no nos afecta” ha dicho Ernesto Cordero secretario de Hacienda; “estamos creciendo en ingresos y afluencia de turistas al país”, ha declarado el secretario de Turismo, como si la caída de Mexicana de Aviación no estuviera influyendo en la llegada de turistas, porque esta compañía por sí sola representaba el 40% de la actividad nacional, dejando de cubrir unos mil vuelos cada día… ¿Así de fácil o más?

“Estamos ganando la guerra contra el crimen y la inseguridad”, por todo lo alto lo presume el presidente de la República, Felipe Calderón, y se amanece desayunando en Los Pinos con las cifras de muertos que le dan bofetadas en la cara.

En Yucatán también nos encanta ser parte de la cultura de la negación, esconder las cifras o los datos se ha vuelto una práctica extendida desde los más bajos a los más altos niveles de la administración gubernamental: “El campo anda bien”, dice el secretario de Fomento Agropecuario, Alejandro Menéndez y cada día llegan más campesinos a trabajar a la ciudad; “la diáspora maya” le llaman los investigadores sociales a esta fuga de grupos étnicos en busca de mejores oportunidades de vida en los centros urbanos. Víctor Cervera es otro de los funcionarios que van por el mundo promoviendo inversiones sin concretar un solo resultado; la misma gobernadora Ivonne Ortega ha estado ausente de Yucatán, Salta, Argentina, fue una polémica parada de donde se nos dijo que existe interés por Yucatán, pero uno sabe bien que no hay nada, por simples razones de economía, distancia e importancia de ambos destinos.

La cultura de la negación es un mal extendido que daña a quienes la aceptan sin crítica y a quienes lo dicen con simpleza, al final todos perdemos confianza, por eso los informes y declaraciones empiezan a sonar tan huecos que negarnos entre sí se convierte en deporte nacional…