República de las Bananas
Por Eduardo Lliteras Sentíes
A partir del primer minuto del sábado pasado, los precios de los combustibles volvieron a subir, como ha sido la tónica durante el presente sexenio, cuya política económica, dictada en Washington, significa hambre para el pueblo mexicano y variables macroeconómicas dentro de los parámetros que convienen a transnacionales y Gobiernos extranjeros.
El diesel se incrementó en 9 centavos, combustible utilizado por el transporte público, de carga, en un país en el que no se construyen más líneas férreas desde la época porfiriana, obligando a transportar mercancías y pasajeros en camiones y autobuses, como ha convenido a E.U. en su esquema de debilitamiento del Estado mexicano y de su viabilidad como nación.
Sobre todos estos aumentos y su consecuencia en la carestía popular, la clase política, guarda un ominoso silencio. Una irresponsable indiferencia. Peña Nieto, no ha dicho ni pío sobre éste tema.
Y por si fuera poco, según datos oficiales en agosto pasado, la tasa anual de la inflación en el país fue de 4.57. Casi 5 por ciento.
A todo esto hay que señalar que los niños que nacen en el país llegan al mundo con una deuda histórica de 48 mil pesos, cada uno. Unos 3 mil 518 dólares por cabeza. Legado de Calderón, quien se retira de su cargo con más de 200 mil pesos mensuales de pensión para el resto de su vida. Los que cobrará en los Estados Unidos o Europa, ya que no residirá en México, nación destruida por la violencia y el hambre que deja su Gobierno, el peor sólo después del traidor Santa Anna.
“Felipe Calderón entregará un país con una deuda pública total histórica –interna y externa– de 5.5 billones de pesos (es decir, de más de 403 mil millones de dólares). Endeudamiento excesivo”, como advierte Enrique Galván Ochoa en el diario La Jornada.
Este es el legado histórico de Felipe Calderón y de su partido, el PAN, a su paso por el Gobierno Federal, además de la guerra criminal que ha desangrado al país con más de 100 mil muertos y unos 30 mil desaparecidos, conservadoramente. Guerra declarada por intereses ajenos al país y para subsanar la falta de legitimidad de su Gobierno.
En armamentos y otras tecnologías de guerra compradas por el actual Gobierno militarista, se gastó mucho más que en ciencia y tecnología, por ejemplo.
En efecto. Por ejemplo en el año de 2010 nos gastamos como país 197 mil millones de pesos en seguridad. Para dimensionar esta cantidad sirve aclarar que en educación se gastaron 211 mil millones en el mismo periodo mientras destinamos solo un 0.4 por ciento a la ciencia y tecnología, lo cual es totalmente insuficiente.
El año pasado se gastaron 41 mil 942.23 mdp en ciencia y tecnología. Pero de esa cantidad el 76.98 por ciento se destina a sueldos, seguridad social, papelería, equipos de cómputo. Es decir, a gasto corriente. Y a mantener a una plantilla de burócratas, en muchos casos, simples recomendados.
Esta cifra se ubica muy por debajo del mínimo internacional que debería ser de al menos 1% del PIB. Por ejemplo, Suecia invierte 3.49 % de su PIB; Corea y Finlandia, 3.5 %; Singapur y China-Taipei, 2.6 %; China, 1.12 % y Rusia, 1.12 %. México es superado, incluso por Turquía y Grecia que están entre el 0.5 y 0.6 %.
Post Data:
La detención y deportación relámpago de un presunto terrorista de Hezbollah en Mérida es otro ejemplo, ominoso, del sometimiento de México a la política exterior estadounidense. Esquema violador de derechos humanos y libertades.
