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Yucatequidad y mayanidad

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Yucatequidad y mayanidad

Virginia Carrillo, Beatriz Espinosa y Tomás Ramos
Virginia Carrillo, Beatriz Espinosa y Tomás Ramos

Comentarios leídos en la presentación del libro Paisajes críticos en la literatura maya de Yucatán de Tomás Ramos Rodríguez, realizada en el marco de la FILEY 2014

Por Virginia Carrillo R.

Tomás Ramos, mirada académica

La emergencia en nuestro entorno local de una oferta académica enfocada al campo del estudio de la literatura, con apenas 15 años de su arranque, empieza a recoger muy buenos frutos en el trabajo de jóvenes profesionales como Tomás Ramos Rodríguez, quien cuenta entre sus proyectos de investigación algunos que se han dirigido a mirar los fenómenos literarios de la cultura de nuestra tierra. Tomás estudió la licenciatura en Literatura Latinoamericana de la UADY y actualmente cursa estudios de doctorado en la Universidad de Arizona. Un yucateco mirando algunas aristas del mosaico literario de nuestra yucatequidad.

Plantearse preguntas que provoquen la búsqueda de explicaciones de los hechos culturales que nos afectan y que determinan la propia identidad, con el propósito de sistematizar y entender los porqués de nuestra relación con el mundo, con el otro, con los otros, se está haciendo desde las epistemologías correspondientes a disciplinas como la literatura, la lingüística y la filología que se enseñan, se discuten y se utilizan por fin, como basamento de intervención científica en nuestra localidad. La UADY y la Universidad Modelo tienen como perlas raras, en un mar de opciones universitarias dirigidas a satisfacer las exigencias del mercado, carreras en y para la literatura. Insisto, uno de sus frutos es el trabajo de Tomás Ramos que como lo hace en este texto, nos conduce a la reflexión y nos acerca a nuestra realidad sociocultural formulando interrogantes provocadoras y que son indispensables para dinamizar un campo académico sobre la producción literaria que corresponde a nuestra identidad o vale decir, nuestras identidades.

El sugerente título Paisajes críticos

Es sugerente que el autor haya empleado paisaje, como palabra que inicia el enunciado que conforma el título otorgándole sentido al texto… ¿A qué nos remite esta palabra? ¿A dónde? Paisaje es naturaleza, paisaje es un espacio extendido donde la diversidad de presencias nos dibuja y organiza una realidad de múltiples elementos. Paisaje es organización y caos, paradoja que el ojo pensante resuelve. Pero en esta extensión la mirada es crítica y se dirige a la literatura que nombra maya. Paisajes, crítica, en la literatura, la que es maya.

¿Quiénes son los mayas?

¿Dónde colocar “lo maya”? Hablamos con frecuencia, desde un nosotros que mira desde afuera lo maya. Una distancia que nos aleja y acerca en un vaivén discursivo donde decirse, auto referirse, nombrarse maya siempre se origina y acaba en un conflicto. Recuerdo a la cantante Filippa Giordano pidiendo –en el concierto que ofreció a propósito del Festival Internacional de la Cultura Maya–, que los mayas presentes levantaran la mano, pocos brazos titubeantes se estiraron en aquel evento masivo. Integrar o colocar desde el poder el perfil maya a la identidad cultural de Yucatán, siempre ha partido de una relación tensionada; pensando al modo del sociólogo Roger Bartra, tensión atrapada en una dicotomía: “el buen salvaje” o “el salvaje peligroso”.

Circunstancias ocurridas a lo largo del siglo XX y señaladas en el libro, han dado lugar a un proceso donde la representación social de lo maya y por lo tanto la caracterización de su identidad, se materializa a través de una producción literaria que ha cobrado fuerza en los últimos años. Existen rasgos en dicha representación que se han elegido para marcar una fuerte diferenciación del otro que es símbolo de la imposición, el discurso que puede reconocerse en esta producción es acusatorio hacia quienes les impiden avanzar, decir, ser, entablar el diálogo intercultural desde la diferencia, pero entre iguales…

Desde la dominación pero como prolongación de la injusticia, ha ido cambiado la representación social de lo maya en el discurso público (no así en las prácticas cotidianas), abandonando los antiguos mecanismos de inferiorización y creando mecanismos de enaltecimiento pero que igualmente ponen lo maya en la distancia: por ejemplo, se revive al indio muerto recreando lo que se considera llamativo de un pasado prehispánico, fortaleciendo estereotipos a fuerza de repetición de imaginerías y exotismos. Despreciado o enaltecido, al maya se le sigue negando su condición humana.

Por otro lado, al sobreponerse a la discriminación montándose en esa apertura discursiva institucional y socialmente aceptada en la opinión pública, la propia cultura maya se reinventa explorando para el florecimiento de esa invención-reinvención el espacio de la expresión literaria. Se entiende que en toda emergencia sociocultural existe la necesidad de apartarse tajantemente del punto de arranque, pero para que lo maya esté en el lugar que naturalmente le corresponde no puede negarse a sí mismo su mestizaje cultural, entre lo que conserva de procedencia originaria y lo que aprendió a ser para sobrevivir durante el largo periodo colonial. La mayanidad si así pudiera llamársele, es aquí y ahora resultado de la unión de matrices culturales autóctonas y criollas, así como la yucatequidad no es tal sin el fuerte elemento maya que caracteriza su lenguaje y el modo de ver y entender el mundo.

No hay cultura en estado puro, es difícil señalar los horizontes que separen lo maya de lo mestizo o de lo europeo, de lo no maya. Los márgenes culturales son difusos y cambiantes y solo contienen y preservan las identidades que se reconocen en la interculturalidad.

Literatura maya, voces en papel

La literatura maya como se ha señalado, es un campo emergente, y en esa condición inicial falta que la diversidad de plumas le den a su producción la fortaleza suficiente para ser la voz a través de la cual la identidad de los mayas aglutine y caracterice su vastedad. El autor de Paisaje crítico configuró un corpus integrado por plumas singulares en las que es posible distinguir una tématica, una estética particular como lo es la sorprendente poesía, por demás sugerente, de Briceida Cuevas Cob.

La oralidad como manifestación primera de la cultura también es reconocida por Ramos Rodríguez en el análisis de los relatos de los niños de Sitilpech. Somos lenguaje oral antes que escrito, la escritura se desprende del habla y por ello resulta vital para la conservación de la identidad, sobre todo en etapas donde el grupo social que la comparte es violentado en busca de su sometimiento, como le ha ocurrido el pueblo maya. “Cuando se libra una guerra colonial, el lenguaje es una forma más de destrucción” dice Tomás Ramos, pero el lenguaje también es una forma de sobrevivencia y si no se conserva la materialidad que expresa la cultura, las bocas de sus integrantes son el lugar último donde guardar y proteger su existencia. Si muere el último hablante, ha muerto la cultura, pero mientras sobreviva ese hablante, la cultura existe.

“El acto literario es un proceso de revitalización de la identidad y de la cultura” y en “el proceso de la actualización, las historias retratan las necesidades, miedos y sentido del humor de las zonas de los hablantes de la lengua maya en cualquiera de sus variantes” explica el investigador.

Es parte de la nueva vitalidad y del proceso de revaloración de lo maya tanto desde afuera como desde dentro, abrir espacios para la reflexión y la discusión sobre su producción literaria, y así poco a poco fortalecer la configuración de su propio campo cultural –pensándolo desde el modelo de la teoría de los campos de Pierre Bourdieu–, donde es inevitable que existan tensiones pero que es ahí, en ese espacio donde crece y se fortalece hasta dejar oír su voz auténtica en relación con aquello que es distinto y que le es propio a la vez.

El justo lugar para una sana convivencia intercultural aun queda lejos, pero en este proceso de desarrollo hacia la verdadera igualdad entre grupo sociales y culturas; es un peldaño ganado el pensar y pensarse honestamente mirando en el espejo de la palabra, el rostro del otro; que creo, es el único modo de conocer y reconocer nuestra propia identidad.

Tomás Ramos eligió atinadamente estos paisajes críticos para mostrar al lector algunas pistas, algunos sitios que merecen explorarse por su belleza y por su complejidad, diseminados a lo largo de un territorio de palabras donde la realidad socioliteraria de la mayanidad florece y extiende sus alas. –VCR, marzo de 2014.

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