Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Óscar de las Vocales Malditas

Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Óscar de las Vocales Malditas

oscar-de-la-borbolla-ry

Por Alejandro Pulido Cayón

Esta es la mejor entrevista de banqueta que he conseguido: Óscar el de las Vocales Malditas asegura que El futuro no será de nadie. Conversa sobre el escritor en un mundo sin lectores y nos propone que descubramos una literatura capaz de enfrentarse a la televisión y otros monstruos del cinemascope y, de paso, cuestiona las campañas por la lectura. Hombre de ideas, con estudios en filosofía y prolífico autor, Óscar de la Borbolla se confiesa maquiavélicamente humilde.

Entre el reconocimiento a Ítalo Calvino y la inclusión de la ciencia como tópico y andamiaje narrativo, este escritor mexicano califica de experimental su literatura: ve a sus personajes como partículas en el mundo subatómico de la física cuántica, y se comportan en consecuencia; busca rapidez, condensación, visibilidad y multiplicidad en la creación de sus textos. Aboga por una escritura que piense en los lectores antes que en el artista romántico, melancólico, anclado en los estereotipos del oficio.

Invitado especial a la Feria Internacional de la Lectura Yucatán, Óscar partía el día siguiente de su presentación en el evento. Y bueno, esta entrevista tuvo lugar a las puertas del aeropuerto de Mérida, donde el gusto por el cigarro nos llevó a permanecer a las afueras de la terminal, literalmente en la banqueta. Ahí relució el carácter afable, sencillo y vivaz del autor de La vida de un muerto, quien compartió sus reflexiones.

APC: Vamos a platicar sobre el escritor en un mundo sin lectores. ¿Qué te motiva a reflexionar este planteamiento?

OB: Se me hace que es la descripción muy sintética de cómo estamos hoy. Creo que hay más escritores que lectores, para empezar. Hace muchos años, cuando Guillermo Sampedro era director de Literatura del INBA, tenía un ciclo que se llamaba ‘Escritores por adelantado’.  Yo asistí, y el requisito era que tuvieran al menos dos libros publicados los que participaran; en ese momento, iban cinco mil 700 y pico escritores con dos libros. Si estos mismos fuesen lectores, podrían hacerse tirajes a lo mejor de 20 mil o 30 mil ejemplares, nada más para consumo del propio gremio.

“Esto me da una indicio muy grave. Si ni siquiera los escritores leen, cuando es la parte necesaria para construirse en el oficio, pues entonces se me hace que somos escritores sin lectores por culpa también de nosotros mismos. A veces hay unos que publican más libros de los que han escrito.

APC: ¿Alguna referencia a cualquier político?

OB: Mira, te doy una pista. En una feria muy importante…

Luego de obligada risa, hago una digresión para sacar cuentas sobre la grosera cifra de impuestos sobre el tabaco, la cantidad de sueldos burocráticos que se pagan con esa carga impositiva y además de la discriminación hacia los fumadores, lo cual visto de forma positiva otorgó la oportunidad de extender la entrevista.

APC: Tenemos una gran masa de escritores. Se ha elevado un poco la calidad en cuento a la escritura. Pero, los tirajes siguen siendo muy pequeños.

OB: Los tiros son insignificantes, porque en la industria editorial los libros que vendía antes, o que todavía vende, son los libros que adquiere la Secretaría de Educación Pública para las bibliotecas de aula. Eso ha hecho que la literatura infantil, o literatura para jóvenes, tenga un mercado casi garantizado. Pero los lectores libres, los que pueden elegir, la gente que va a una librería a ver qué novedades hay, buscan autores extranjeros, editoriales muy prestigiadas.

APC: Que tienen escritores consolidados.

OB: O que tienen un catálogo con lo mejor del mundo, en buenas traducciones, y son raros los que van a buscar a un autor mexicano. Los autores mexicanos tienen libros extremadamente comerciales como ‘Quihúble’, cosas así.

APC: Es un problema, vamos a ponerlo en términos simples, de mercado. Es un problema de promoción, ¿qué otras implicaciones ves tú?

OB: Ha habido un montón de campañas en pro de la lectura, desde que yo tengo memoria, y no ha habido un seguimiento para ver la eficacia de esas campañas. Hay toda una legión de gente dedicada al fomento de la lectura. Pero si tú comparas toda esa inversión frente a la quiebra de editoriales, el cierre de librerías y, sobre todo, la disminución de ejemplares editados, te das cuenta que todo ese esfuerzo –por muy loable que pueda ser- no ha tenido, en términos comparativos costo-resultados, una buena puntería.

“No sé si esto se deba a que fallan las estrategias, o a que no se ha terminado de entender el fenómeno de que la literatura satisfacía una necesidad de entretenimiento que ahora, muy difícilmente, puede competir con otras formas de entretenimiento como la televisión o internet, con todo lo que ofrece. La gente, en lugar de sentarse a leer un libro, se sienta a ver una serie.

APC: Lo planteo de esta manera: México sí es un país de lectores, y digo, ahí está “TV y novelas”, tirajes de millones de ejemplares de esas revistas; tenemos el “Sensacional de Barrios”, que es un híbrido, son monitos, pero están leyendo. La cuestión es ¿qué están leyendo?

OB: Claro. No se trata de que no se lea, sino de que no se lee literatura y, pongamos un adjetivo que es muy difícil de precisar, buena literatura. Se leen incluso libros, “El Libro Vaquero” se consume muchísimo, las novelas se consumen muchísimo, “Jazmín”, todo eso tiene un público real.

“Hay un libro de Ítalo Calvino que es ‘Las seis propuestas para el próximo milenio’, que él estaba escribiendo en el año 1985, cuando murió. Dice que para que la literatura se mantenga en este milenio, hace falta que sea una literatura rápida, leve, visible, múltiple y se me anda escapando una. Bueno, son cinco las características que, en el fondo, son las características de la televisión. Lo que Calvino propone es contar cosas esenciales y muchas.

El tiempo avanzaba vertiginoso, los minutos se acumulaban igual que los caracteres ya reunidos aquí. La entrevista se volvía contra reloj. Y ahora contra el espacio para publicarla. Debo atentar contra mi egoísmo y compartirles lo máximo. Parafraseo a De la Borbolla: estoy pensando en el lector, porque tengo algo valioso que decirles, o mejor, Óscar nos revela de viva voz lo importante a la hora de la creación literaria y su relación con los  lectores.

OB: ¿Por qué no hay lectores? No están faltando campañas de promoción, creo; lo que está faltando es un tipo de literatura que haya comprendido que no puede estar de espaldas a la televisión, de espaldas a lo que divierte; una literatura que busque ser artística, pero sí cobrando conciencia que está en el siglo XXI con una competencia infernal, sobre todo el internet.

“Yo sí sugeriría, pero a un nivel muy tibio, muy tímido, que sí se pusieran a pensar ¿a quién carajos les va interesar lo que están escribiendo?, porque uno no escribe para uno mismo. Si es para ti mismo, dítelo en las noches, te lo repites, no tiene por qué pasar del plano subjetivo que piensas al plano objetivo que escribes. Si hay ese paso hacia afuera, es porque eso que está escrito piensas que es valioso y quieres que lo publiquen. Hay que ser maquiavélicamente humilde.

APC: ¿Maquiavélicamente humilde?

OB: Sí, para que lo mío llegue a interesarles a todos los demás. Si yo salgo inocentemente al mundo con mi domingo siete, pensando que porque es mío ya vale, pues no. Hay que trabajarlo para que eso que yo creo que vale logre trascender. Hay que hacer una buena lectura del mundo para comprender dónde está uno parado.

APC: Eres un referente en la literatura, así lo veo, a partir de Las Vocales Malditas, ya lo traes tatuado junto a tu nombre: Óscar el de las Vocales Malditas. Sigues produciendo, creando, vamos, eres una persona productiva en este ámbito tan difícil. Tienes un libro reciente: El futuro no será de nadie.

OB: Ahora me metí con otra fregadera: tratar de explicar qué sucede con la posmodernidad. Rápidamente. La modernidad es una etapa en la que se confía que hay un paradigma que nos va a llevar por el progreso de algo a una panacea. La ciencia, el proyecto moderno de Bacon, nos lleva a la solución del mundo. El marxismo, proyecto social, nos va a llevar al estadio en el que todo se resuelva. Se cayeron las utopías y se cayó el ideal de la ciencia; la tecnología, más bien, esta destartalando el mundo. Ya no hay una visión de futuro. Ya no vamos a ningún lado. Estamos estancados en un presente.  No se sigue a nadie, sino que todos se siguen entre ellos, y se estancan

“La gente ya no quiere ni envejecer porque es llegar al futuro de su propia vida, y aparenta ser joven y quiere quitarse las patas de gallo. Estamos quedando en puro avance cuantitativo. Cuando se pierde el futuro, el presente se estanca y se relativiza todo. Por eso estamos en la posmodernidad. La posmodernidad es la pérdida del valor absoluto, la pérdida de la idea de trascendencia, nos quedamos aquí y entonces hacemos las cosas más o menos, porque después de todo no hay un tribunal final que las va a juzgar.

APC: Y todo es desechable.

OB: Todo es desechable. Eso que es la posmodernidad, ¿cómo plantearlo en un fenómeno humano que se note mucho? Pues en el amor. El amor antiguo era para toda la vida, había una idea de trascendencia con hijos y todo lo demás; había un proyecto en la pareja. ¿Qué sucede hoy? Las relaciones amorosas son eventuales, no se va a ningún lado; si no me entero de tu nombre, ni falta hacía.

“La vanguardia está en una actitud en la que el amor es de un ratito y luego el otro, y luego el otro y luego el otro y ya no se amaciza nada. Esto quise contar en El futuro no será de nadie: cómo se da el amor hoy. De eso se trata la novela y, de paso, como es una pintora, un matemático y una empresaria, muestro que las condiciones sociales impiden el trabajo artístico, el trabajo humanístico, impiden el trabajo científico, impiden todo y en este mundo mexicano estamos destinados al fracaso, por eso el fondo de la novela, siendo una novela de amor, es la historia del fracaso.

Pasados más de 50 minutos de conversación, de entrevista, de compartir la plática, el avión esperaba ser abordado. Dejamos de ser personajes exiliados del aire acondicionado y asesinamos el último cigarro. Había capturado las palabras de Óscar de la Borbolla, un hombre que nos dice que Dios sí juega a los dados, y esta vez nos favorecieron.

Mérida, Yucatán, a 21 de marzo de 2012

Facebook
Twitter
LinkedIn