Por José Luis Preciado.
Con el inicio de las campañas políticas, uno se da cuenta de que no hay nada nuevo bajo el sol. Tal parece que la mercadotecnia sigue atorada en los 60, los candidatos están preocupados por su imagen y no por el contenido. Para ellos –los candidatos– lo más importante es cómo los ve el elector, por ello dejan que entren los maquillistas a trabajar su aspecto, los visten, los calzan, quitan o ponen canas según corresponda a la edad, unas se presentan con rostro de abuelita, buscando arrancar suspiros y tiernas votaciones, otros se dejan crecer las barbas para no parecer niñatos, los maduros y duros son suavizados con la tierna sonrisa de un niño que ofrece su bracitos llenos de mugre, y así podríamos contar muchas de las argucias que convierten a los candidatos en artistas y a los votantes en consumidores estúpidos de sus novelas.
¿Y dónde queda el contenido, las propuestas, la inteligencia del candidato y del elector?
Enrique Peña Nieto aspirante del PRI a la presidencia de la República, vino a Progreso a derrochar rostro, no hace falta más, este candidato no se despeina.
Rolando Zapata Bello del PRI a la gubernatura, trae una campaña sin sorpresas y creatividad, le falta alegría y propuesta.
Joaquín Díaz Mena candidato del PAN al gobierno estatal, trae la cabeza cortada, enviando un mensaje anticipado de lo que podría ser su destino el primero de julio.
Otra que no canta mal las rancheras, es Josefina Vázquez Mota, candidata a la presidencia que ha tenido que hacer correcciones a su estrategia, ahora se denomina “La jefa”, pero no levanta, menos con la idea de que tener faldas no dificulta traer bien puestos los pantalones, idea que a muchas feministas no les agrada. Según encuestas va rumbo al tercer lugar, después de Andrés Manuel López Obrador, quien por cierto sigue promoviendo su república del amor, caricias políticas que llegaron un poco tarde.
Ausente el contenido, ausente la inteligencia. Que no les extrañe que también el ciudadano esté ausente de las urnas.