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Melba Mariana

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Melba Mariana

270412denuncia-mujeresPor Alejandro Pulido Cayón

Su nombre puede que nada diga; su tragedia, una más de las que ocurren, se diría. Sin embargo, detrás de la muerte de Melba Marina, ocurrida el pasado 19 de mayo, existe una historia de invisibilidades, de silencios, de negligencia social. Paso a explicarme.

Melba Marina fue declarada muerta en el Hospital Benito Juárez de Mérida, se informó que la causa fue intoxicación medicamentosa. Suicidio. A diferencia de otros casos, la madre de esa joven alzó la voz, pidió se investigue a fondo, pues asegura que su hija jamás padeció depresiones o tuvo intentos de arrebatarse la vida.

Estoy cierto que para las autoridades resulta sencillo darle carpetazo al asunto. Nada que averiguarle, pensarían. No obstante, encontré datos impactantes en un estudio publicado por el INEGI: “Panorama de violencia contra las mujeres en México”, documento que analiza los datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2011.

En primer lugar, las mujeres casadas o unidas que sufren violencia por parte de sus parejas es del 44.9 por ciento. La cifra disminuye a 37.2 por ciento en el caso de las solteras con novio o ex novio. O sea, cuatro de cada 10 mujeres han sido objeto de violencia en el hogar o ámbito familiar.

El INEGI distingue cuatro tipos de violencia, a saber, sexual, física, económica y psicológica, siendo esta última la de mayor incidencia con un 89.2 por ciento de los casos registrados en mujeres casadas o unidas, y prácticamente  todas fueron violentadas emocionalmente por sus novios o ex novios durante la relación.

“La violencia psicológica o emocional –apunta el citado documento- [es] en muchas ocasiones más devastadora que la física, y consiste en todas aquellas formas insidiosas de tratar a la mujer con el fin de controlarla o aislarla, de negarle sus derechos y menoscabar su dignidad”.

¿Qué tiene que ver el suicidio de Melba Mariana con lo anterior?

El estudio revela que siete de cada 10 mujeres casadas o unidas, que han sido violentadas, pensaron en suicidares, y de hecho el 37.6 por ciento lo intentó. Vaya a saber usted cuántas lo consiguieron. Pero más aterrador resulta este dato: de que las mujeres que soportaron extrema violencia, las que han pensado en quitarse la vida sube al 15 por ciento, y una de cada cinco lo intenta.

“Con frecuencia la violencia de pareja es un delito insuficientemente documentado. Esto contribuye a su invisibilidad y permite que los agresores no sean castigados”, apunta el estudio en cuestión.

Por cada caso que se reporta ante las autoridades, sean DIF, institutos de equidad de género o ministerios públicos y policías, nueve hechos quedan ocultos. En su mayoría –siete de cada 10- dejan de denunciar puesto que consideran que “se trató de algo sin importancia o porque él no va a cambiar”.

La violencia psicológica, que es la predominante, “permite al agresor mantener su posición de dominio, lo que lleva a una baja autoestima, además de afectar su productividad y su capacidad para cuidar de sus hijos o de ella”.

Estoy cierto que estos datos son del conocimiento de las autoridades en la materia. Sí, son alarmantes. También merecen atención y que se establezcan políticas públicas para la instrumentación efectiva de la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.

Además, y esto es lo que me pregunto: ¿habrá la suficiente altura de miras para que también se distingan otras aristas del problema, como es el hecho de que en el Estado –hasta el momento- únicamente se ha tratado el tema de las masculinidades desde un enfoque feminista de hace 40 años?

En Twitter: @alexpulidocayon

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