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Logros extraordinarios requieren de personas extraordinarias…

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Logros extraordinarios requieren de personas extraordinarias…

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Por Tomás Martín

Cuenta la leyenda que Víctor Cervera Pacheco era candidato a una curul federal y se enteró que su entonces oponente, el panista Carlos Castillo Peraza, llegaría a realizar un mitin en el poblado de Sotuta, en donde él también tenía programada una visita.

Cervera se había retrasado más de la cuenta, no midió bien los tiempos y su oponente llegó antes de lo programado.

“Ya está Castillo Peraza en Sotuta, ya no tiene caso que usted vaya, ya llegó primero”, le dijeron sus acompañantes.

“¿Si nos vamos ahora, llegamos?, preguntó don Víctor.

“No, imposible, ya nos ganaron”…

Cervera se quedó pensando un momento y dijo “¿Alguien tiene algún caballo por allá?

“Sí, yo tengo uno”, le respondió uno de los pobladores.

“Préstamelo, yo me voy para Sotuta, los veo ahí”.

Sin pensarlo tomó el caballo y a toda velocidad se trasladó con rumbo al corazón de ese municipio.

El conocimiento que tenía de la zona que ya había caminado y recorrido muchas veces, le permitió tomar atajos, y su espíritu de lucha no le iba a dejar darse por perdido jamás.

Los pobladores de Sotuta ya empezaban a juntarse para presenciar el “performance” político de Castillo Pereza, cuando alguien empezó a gritar que Cervera Pacheco llegaba cabalgando.

Al verlo llegar a caballo, todos empezaron a aplaudir y a vitorear a don Víctor y se olvidaron de Castillo Peraza, rompió pues con todos los pronósticos que daban por hecho que había perdido la batalla en Sotuta.

Por eso, cuando leo pretextos como “perdimos la elección porque la gente se confundió al votar por el Partido Verde Ecologista de México” o “porque las encuestas decían que íbamos ganando”, simple y sencillamente no se si reír o llorar de tanto simplismo y la falta total de autocrítica de los políticos de mi tierra.

Lo mismo para quienes dicen que perdieron porque hubo una “elección de Estado”, y que en realidad solo buscan que la sociedad permanezca dividida entre “buenos y malos”, entre “leales y traidores”, porque así conviene a sus muy particulares intereses.

Perdieron porque simple y sencillamente hicieron una muy mala campaña y no lograron convencer al suficiente número de personas de que su propuesta o postulación representaba la mejor opción.

Perdieron porque la gente de Yucatán, y en especial la de Mérida, es gente sumamente politizada que usa el voto para castigar a quienes considera malos gobernantes o para quienes llegan hasta su calle a hacerles las promesas de siempre y a regalarles un encendedor o un vaso con el logo y la foto del flamante aspirante a puesto de elección popular y luego jamás vuelven a poner un pie en esa colonia.

Pero en un mundo donde el dogma de la “infalibilidad”, aún promovido por la Iglesia Católica y adoptado por muchos de nuestros políticos, es una ley no escrita, pues es difícil, por no decir imposible, que quienes cometen errores sean capaces de reconocerlos y lo peor, corregirlos a tiempo.

Hoy en día parece que ya ningún político del patio es capaz de agarrar un caballo y cabalgar lo más rápido posible antes que darse por vencido; todos desde sus oficinas con aire acondicionado checan las encuestas (pagadas por ellos mismos claro), hacen amarres, esperan línea, hacen las campañas más predecibles y pedorras que uno pueda imaginarse y aún así creen que tienen la victoria asegurada.

Pues no estimad@s lector@s ya vieron que no es así, hoy parece que ese espíritu de no darse por vencido recae en los ciudadanos que a pesar de ver pasar pésimos gobiernos y pésimos gobernantes, siguen saliendo a votar y rompiendo récords históricos de participación en las urnas.

Cuando muchos les dijeron (y en especial las encuestas) que ya no tenía caso ir a votar, miles y miles de personas salieron de sus casas y fueron a elegir a sus autoridades, casi un millón llegaron puntuales a la cita el pasado 1 de julio. Ellos y ellas no se dejaron vencer por el pesimismo, por esas voces que buscaban meterles miedo, tomaron su credencial y fueron a las urnas.

Por esa razón, no cabe un solo pretexto o autocomplacencia, los ciudadanos no se dejaron vencer ni convencer por el peor de los pronósticos, como en su momento lo hizo un político de los que hoy parece que ya no hay, que ya no existen.

Sirva pues este artículo para dejar en claro que los logros extraordinarios, demandan personas extraordinarias, que no existen imposibles cuando el espíritu de lucha es irrenunciable.

Así que solo queda preguntarme ¿Cuándo nuestros políticos alcanzarán la madurez que ya tienen los ciudadanos?, ahora sí que no lo se, pero lo que me queda claro que nada está perdido, si estás dispuesto a hacer lo que otros no son capaces siquiera de imaginar. Comentarios, réplicas, contraréplicas, mentadas o donativos altruistas a tommyuv@hotmail.como o también puedes seguirme en @TribunaYucatan.

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