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El Tuitbate

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El Tuitbate

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Por Alejandro Pulido Cayón

Aparte de las poderosas curvas que llevaron a los consejeros del IFE a darse golpes de pecho, sufrir un martirologio mediático, y refrendar ante el respetable que la carne llama, hubo algo más que despertó atención: la increíble capacidad multitarea de los presidenciables que  debatían y tuiteaban al dos por uno.

A diferencia de anteriores procesos electorales mexicanos en este siglo, ahora sí las redes sociales y el internet juegan un papel que puede ser definitorio. El tráfico por internet, y en particular a través de Twitter fue monumental. Era una orgía de comentarios que recorrían todo el espectro de emociones y hasta pensamientos. Estoy cierto que las percepciones dominantes se gestaron desde ese medio, y no de forma vertical por la élite de la comentocracia. Para prueba, un escote seductor.

Sobre los presidenciables y sus artes tuiteras durante el debate, lo menos qué decir resulta evidente y perogrullesco: ellos no manejan sus cuentas. ¿Grave? ¿Malo o bueno? ¿Anecdótico o trascedental? Eso revela, simple y sencillamente, que ciertos políticos todavía no comprenden el fondo y esencia de la comunicación vía internet, y en particular a las personas que utilizan Twitter y Facebook como lo que éstas son: herramientas para facilitar la comunicación horizontal, libre, espontánea, multimedia y, por encima de todo, humana.

Queda claro que los usuarios de Twitter mantienen un contacto breve, directo y dinámico, lo cual permite, cuando está de por medio un liderazgo verdadero, trasladar el mundo virtual al hecho tangible, real, concreto, es decir, a la movilización social (aunque no necesariamente política).

La interacción a través de Facebook presenta ciertas características similares al Twitter; sin embargo, su potencial multimedia y la integración de otro tipo de herramientas para organizar y compartir la información y comunicaciones, hacen de éste un medio para trazar y darle exposición a una semblanza precisa de la persona, de ahí que su más reciente modificación consista en sustituir El Muro por La Biografía.

Sin entrar en detalles sobre la naturaleza de esas redes sociales, algunos políticos confunden la funcionalidad interactiva de estos canales de comunicación y pretenden utilizarlos como si fueran medios tradicionales, o sea, los mensajes van de arriba para abajo y tantán. Si te veo, no te oigo. Además de que, muchas veces, sus cifras son tan descuadradas que nadie los sigue y ellos no siguen a nadie.

Van de muestra datos sobre followers (contabilizados hasta este momento): el usuario de la cuenta @mauvila, sigue a mil 91 tuiteros y lo siguen mil 547; @RenanBarrera sigue a tres mil 749 cuentas y lo siguen cuatro mil 962 usuarios; como el perro que se muerde la cola y a nadie escucha. En contraste, y guardadas las proporciones con los grillos del x’tocoy solar, @EPN sigue a 81 personas y lo siguen  632 mil 196 personas y “bots”; mientras que a @JosefinaVM la siguen 627 mil 215 personas con sus respectivos “bots”. Carmen Aristegui, con cuenta verificada, sólo sigue a siete personas, y la siguen 512 mil 799. Está claro el punto, digo yo nomás digo.

La manera más fácil de elevar las cifras de Twitter, es mediante aplicaciones que lo único que hacen es automatizar el “follow to follow” (te sigo y me sigues). Eso, lo único que consigue es la total artificialidad de la cuenta del, ahora sí, candidote que la opera, que no del político que figura. Además, de esta forma también se pierde la capacidad de movilización que, de facto, tienen las redes sociales. La comunicación, manejada así, se convierte en un despropósito.

Si bien el hecho de que sean terceros quienes manejan las cuentas virtuales de los presidenciales, y demás fauna menor, en sí resulta comprensible y criticable, pero hasta ahí. Bueno sería que asumieran ellos mismos el control, para que un tuitazo o post en FB tenga la fuerza de su liderazgo. Pero eso ni Barak Obama lo hace. El punto es que existen falsos liderazgo, o liderazgos virtuales que en realidad no lo son, que se forman a partir de tretas para dar impresiones equívocas y percepciones infundadas.

Como lo he señalado en anteriores ocasiones, mucha de la fuerza de estas nuevas herramientas de comunicación humana radica en la capacidad de “viralizar” un tópico y que éste sea retomado y amplificado por los medios “tradicionales”.

No obstante, y dado el exponencial crecimiento que han tenido en el último año, los poco más de 10 millones de usuarios de Twitter en México, que las más de las veces también lo son del FB, tienen la posibilidad de influir de manera contundente en el proceso electoral si consideramos que, emos aparte, a lado de cada tuitero o facebookero hay dos o tres personas influenciables. En esta arena se ganarán los debates en el siglo XXI y lo demás será eco de la comentocracia.

@alexpulidocayon

http://facebook.com/alexpulidocayon

Mérida, Yucatán, a 08 de mayo de 2012

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