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El tuit nuestro de cada día

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El tuit nuestro de cada día

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Por Alejandro Pulido Cayón

Mérida, Yucatán, a 13 de diciembre de 2011.- Viene de bajada. De a tiro por viaje lo agarran en curva. Hasta se pone de a pechito. Quien ayer parecía invencible, hoy requiere urgentes transfusiones de carisma y dosis masivas de ideas. O de lo contrario le voltean la tortilla. El salvajismo de las redes sociales resulta implacable, máxime cuando se trata de dilapidar atrincherados en una turba digital. @EPN enfrenta las primeras crisis de (pre)campaña.

Dudo que esta primera andanada sea decisiva, pero socava y exhibe al ídolo. Con un récord de imbatibles triunfos hasta el momento, Enrique Peña resbala y se despeina: tres strikes al hilo. Sin recibir ataques como los soportados por AMLO en el 2006, el priista quedó inmerso en un fenómeno sociocultural reciente en México: el ciber-activismo y la política del tuitazo madreador. Y bueno, ninguno de los aspirantes a la grande, la mediana o la chica es inmune a las tuiterizas. Pero qué necesidad de pasar pena ajena.

Verdad de Perogrullo: Twitter, Facebook, Youtube, blogs y portales informativos, entre otras herramientas disponibles vía internet, facilitan la comunicación multimedia e interactiva, elemento poco explotado hace apenas un sexenio. Ahora bien, ¿cuál es realmente el peso específico de las redes sociales por sí mismas; dicho en otras palabras: cuánto contribuyen al debate como medios de comunicación sustentados en su propio canal, sin la difusión que alcanzan gracias a la prensa, la radio y la televisión abierta?

Datos del a Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), contenidos en el estudio “Hábitos de los Usuarios de Internet en México 2011”, indican que en el país hay alrededor de 35 millones de internautas. Ello significa que sólo una tercera parte de los mexicanos participa de esta actividad. Sus derivaciones políticas son harina de otro costal, si consideramos que apenas uno de cada 10 ciudadanos está interesado en el tema.

Eso indicaría, en otra lectura, que los aspirantes enfrentarán a una minoría tecnológica voraz. Porque verá usted, de los 35 millones privilegiados con acceso al ciberespacio, un 68 por ciento se conecta en una computadora de escritorio o portátil, 26 por ciento usa un smartphone, mientras que uno de cada cinco lo hace con un celular que no descarga aplicaciones. El tema de la movilidad, visto así, toma cierta relevancia a la hora de considerar la calidad de las fuentes de quienes inician una cadena de información, difamación o de puro méndigo rumor. Y queda claro que, en efecto, son élites minoritarias las que posicionan alguno de los llamados Trend Topics (TT), y un séquito de followers se encarga de regar la pólvora.

Sumemos a lo anterior otro dato duro. La AMIPCI también aclara que la gran mayoría de usuarios de Internet en México son adolescentes de entre 12 y 17 años de edad, y el 60 por ciento es menor de 24 años, enfocando sus actividades cibernautas en envíos de internet, mensajería instantánea o chat, carga y descarga de fotos o videos y acceso a redes sociales.

¿Querrá decir eso que las grandes tuiterizas se sostienen en la chamacada? ¿Habrá mano negra que pulsa el tuit? Esto tiene relevancia en la medida que el gran grupo electoral, con mayores índices de participación en los comicios, está ubicado en las generaciones que van de los 30 a los 70 años. En conjunto, según datos del IFE, ese rango de edades resulta suficiente para que cualquiera gane una elección con mayoría relativa. Entonces, ¿en qué radica el peso electoral de las redes sociales?

Será paradójico o lo que se les antoje, será incluso una realidad ya conocida, pero la verdadera fortaleza de las redes sociales está, justamente, fuera de ellas. La capacidad de generar opinión a través de esas herramientas, está ligada al grado de interés de los medios masivos de comunicación. Dime quién te sigue y te diré que tanto influyes.

Pienso que, en términos estrictamente tuiteros, la combinación entre número de seguidores y a quién sigues determina el tipo de escándalo que se puede orquestar. Cantidad no siempre significa calidad y viceversa. O sea, no me vengas a presumir cuántos te siguen sino quiénes te siguen. Añadiría que sin prensa, radio y televisión, a los tuits se los lleva el servidor.

Falta mucho por ver en materia de redes sociales. Lo cierto es que, hoy por hoy, su impacto está limitado a ciertos sectores nada despreciables que a su vez dependen de la verdadera élite comunicacional, si no, pregúntenle a @EPN.

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