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Crónica de mis conciertos perdidos

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Crónica de mis conciertos perdidos

Capital Cities, Panteón Rococó, Magic!, El Tri, bandas locales y unos tales Little Jesus; ida y vuelta del mainstream rockero al indie pop, esa era la oferta del fin de semana. Tras bambalinas, la lucha sin cuartel entre las principales cerveceras. El precio de la gloria auditiva a sólo 24 chelas por boleto. Y que cada quién decida cuál es su veneno. Mi corazón partido entre el indio y la modelo. Logré hacerme de pases para esos toquines sabatinos. Todo listo. ¿A cuál asistiría?

Mérida consolida cada vez más y más su vocación cosmopolita. Hace un par de décadas era prácticamente inconcebible reunir público para grupos tan diversos, que lo mismo se identifican con la escena hípster popera que con el rock mexicano de larga tradición. Y en ambos eventos hubo su buen de raza o tribu o clan o como le quiera decir al gentío. Los dos conciertos estuvieron a full, y en la misma fecha.

capitalA lo largo de la semana me dediqué a planear la noche del sábado. Las redes sociales estaban al tope con ruegos y presunciones, tanto de aquellos que deseaban asistir al Corona Elements como de los otros que ya tenían aseguradas sus entradas, y hasta les sobraba para invitar. Nomás veía el eterno pasar de los post en FB, los tuitazos y hasta una que otra foto en Instagram. Tocarían los duetos Capital Cities y Little Jesus, además de Magic! De pronto, algo cambió mis intenciones: Panteón Rococó y El Tri, junto con Ruta 42 y Pachamama, el mismo día. ¡Oh tragedia!

Mi compa Tomás, que rasga las cuerdas con Ruta 42, se discutió los pases para entrarle al espectáculo del gruñidor Lora. Así, como si Hacienda en un milagro me devolviese impuestos, o el karma se acordase que tenía un saldito a favor, me supe bendecido por partida doble para recorrer todo el espectro musical desde el estadio Kukulkán hasta el Jardín Carta Clara. Definitivamente debía replantearme las acciones logísticas para conseguir el objetivo. Primero le entraba al indie pop para luego llegarle patinando al rockcito lindo. #HeDicho, me dije. Además, pensé, ya tengo para hacer mi súper crónica.

De todo lo anterior, me queda claro que las principales cerveceras apuestan a una estrategia que, de alguna manera, podríamos llamarle de valor agregado. La disposición de boletos estaba asociada al consumo de chelas. Díganme, ¿quién asiste a un concierto de este tipo y se lo chuta sin alcoholes? Si la otra parte del negocio está en la venta de bebidas, pues con carteles musicales de ese estilo, ya la hicieron. Aunque, a decir verdad, los de la corona llevan trecho avanzado, mientras que su principal competencia se ha visto rezagada, sobre todo con sus promociones en redes sociales.

En fin, para mí todo marchaba a las mil maravillas, hasta que empezó a caer la tarde. El sol decayó para darle paso a las estrellas. Un viento suave recorría mi habitación, era el fresco que le dicen. Con eso del cambio de horario, que oscurece temprano y estamos a mediados de otoño, con una temperatura sabrosa en el trópico, pues ocurrió lo que debía: me quedé bien jetón hasta las dos de la madrugada, eso sí: soñé con ángeles. La neta, ni lamentarse es bueno. Es cuanto les cuento.

En Twitter: @alexpulidocayon

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