Por José Luis Preciado

Muchos creíamos que con la llegada de Peña Nieto al poder, muchas cosas se iban a ir arreglando, que el PRI sería un partido serio, que no desaprovecharía la oportunidad de resolver desde los primeros meses el desbarajuste y nada. Se entiende que no es fácil, nada lo es en este país donde enredar las cosas es un deporte nacional, pero a Peña Nieto le faltan estrategas y un conocimiento real sobre este grave problema. Michoacán arde y muchos están con la tea encendida listos para meterle fuego a estados vecinos como Guerrero y Jalisco y de allí exportar al resto del país el problema. Grupos de autodefensa se han visto con armas de grueso calibre, armas que según el New York Times son entregadas por el crimen organizado, quienes a río revuelto se quedan con la plaza.

Es curioso ver al Secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, repetir la estrategia de Calderón de mandar ejército y policía federal, miles, los que hagan falta, para desarmar a los grupos de autodefensa y dejarlos a merced de los sicarios. El resto del país mira atónito lo que pasa en Michoacán, toma nota y califica la reacción del presidente. En Michoacán no se le mira la salida, aún con el envío del nuevo comisionado Alfredo Castillo, quien admitió que esa entidad es mucho más que «policías y ladrones», al decir verdad, tanto abandono del gobierno federal ha causado estragos casi irreversibles. En Yucatán nos sentimos seguros por la capacidad de respuesta de sus autoridad, pero cada vez que le preguntamos a Luis Felipe Saidén, titular de la SSP sobre la situación de nuestro Yucatán seguro, toma una pausa, traga saliva y responde, «no sabemos por cuánto tiempo». Yo tengo otras respuestas sobre Yucatán seguro: una policía con sentido de pertenencia, más de 90% de sus elementos son de aquí, ciudadanos que usan la información con responsabilidad, ambos, policía y ciudadanía, logran una mancuerna compacta.