Por José Luis Preciado.
Panistas en fuga
El hueso quedó roído al extremo de no dar para más. Ante la pérdida de espacios de poder en los gobiernos federal y estatal, el PAN dejó de ser para muchos un partido de oportunidad. El presidente de los azules, Gustavo Madero, busca justificar la abrupta caída de militantes y adherentes de la lista nacional, decía que con menos padrón y con más Fox, lograron ganar la presidencia en el 2000, y que refrendaron con Calderón esa idea de que la militancia panista siempre es menor, pero más activa que otros. Eso considerando que el PAN no es un partido de masas, sino de cuadros, según Madero apalancado en la misma sociedad. Pero lo que se le olvida al líder panista es reconocer que aquellas campañas (de Fox y Calderón) iban aderezadas de la esperanza nacional puesta en un cambio real; sin embargo terminada la aventura muchos militantes panistas se dieron cuenta de que aquello era exactamente lo mismo, o quizás hasta peor que el mismo PRI. Enterados de la mala broma, los verdaderos militantes no acudieron a refrendar la membresía azul, se sintieron defraudados; los que no eran militantes sólo simpatizantes, se revisaron el bolsillo y se fueron a otro bando.
Nada más se quedaron aquellos que por su posición y filosofía no pueden pertenecer a otro partido político. Es como irle a las Chivas o al América, aunque ganen o pierdan conservan la fidelidad de sus aficionados, eso sí no van a verlos humillados al estadio, ello significa que la crisis es aún más grave, porque pierde el voto, máxima confianza ciudadana puesta en un partido político y si no lo veremos en las próximas elecciones, allí por ejemplo en Baja California.
En Yucatán existe una gran preocupación por la caída de militantes, sobre todo en Mérida, donde Gerardo Bolio de Ocampo todavía no sabe cómo ampliar la lista de azules, aunque claro, en el PRI tampoco están haciendo la chamba.