La infancia y adolescencia es una etapa del individuo caracterizada por constantes cambios y adquisición de habilidades que le permiten la interacción con el medio que le rodea, al igual que en el transcurso de toda la vida. En ambas etapas se pueden presentar trastornos en el pensamiento que llevan a un comportamiento desadaptativo, nos referimos en esta ocasión a los trastornos perturbadores de la infancia: trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno oposicionista desafiante y el trastorno disocial.
Cada uno de dichos trastornos tiene sus características peculiares y puede estar de forma independiente o hacer una situación de comorbilidad entre los tres. Lo relevante es que en todos es de vital importancia el medio que rodea a los menores, la interacción con sus padres y sus compañeros de escuela, así como la comunicación que hay dentro del hogar.
Si bien en el TDAH están involucrados circuitos dopaminérgicos causantes de esta inatención e hiperactividad característica de este trastorno, muy frecuentemente involucra la educación de los padres, los límites y reglas que estén bien establecidas y concordantes entre las figuras de autoridad en el hogar, debido a que los psicofármacos utilizados en este trastorno mejoran la capacidad de atención y concentración del paciente, pero no tienen ni un efecto sobre su conducta inapropiada.
En el trastorno oposicionista desafiante se debe valorar si la conducta del menor es resultado de algún trastorno afectivo como ansiedad o depresión que esté generando este tipo de comportamiento en el hijo que se traduce en no respetar límites ni reglas, desobedecer a las figuras de autoridad en casa y la escuela, realizar falsos testimonios, entre otros síntomas que generan esta conducta desadaptativa en el menor.
Por último mencionaré al trastorno disocial, el cual comparte conductas del trastorno oposicionista desafiante agregándose mayor intensidad así como problemas legales en los cuales se ve inmiscuido como hurto a conocidos y desconocidos entre otras conductas delictivas en diferentes grados de intensidad así como alto riesgo de que inicie el consumo de drogas y que dependiendo de la influencia de su entorno, de la laxitud de los límites y reglas de sus padres así como de la gravedad de la conducta delictiva y de la edad de inicio, son factores de alto riesgo para desarrollar una personalidad sociopática en la edad adulta, siendo de peor pronóstico si este trastorno se presenta antes de los 12 años de edad.
El rol de los padres juega un papel importante, una comunicación adecuada entre las figuras de autoridad y que abarque a los hijos para tener una dinámica familiar óptima es la mejor manera de prevenir conductas desadaptativa en los menores, involúcrense en las actividades y gustos de sus hijos sin llegar a ser invasivos de su individualidad. Cuando no hay acuerdos entre los padres o los límites y reglas son laxos y no están bien definidos, o cuando se triangula la información entre los miembros de la familia o se buscan alianzas para fortalecer alguna posición, es el medio ideal para el desarrollo de estas conductas desadaptativas que hemos mencionado.
Por Psiquiatra Ángel de la Luz Ramírez
