Yucatán con gran potencial
Por Mario E. Arnal González
Vivir del cine en México es de los oficios más entrañables, pero complicado si no resides en la Ciudad de México, Monterrey o Guadalajara, dependiendo de lo que quieras hacer en realidad. Las conexiones, talento y tenacidad se vuelven los ingredientes principales para mantenerse en esa industria que se vuelve selectiva y no por las relaciones, sino por el alto rendimiento que exige, pues es un trabajo arduo, que sólo con el tiempo y dedicación, permite disfrutar sus frutos.
Cuando llegué a Yucatán, hace más de diez años, la afinidad por el arte y el ambiente cultural, hicieron que me interesara seriamente en el cine, la única opción afín en el Estado era la carrera de comunicación. Sin embargo, algunos familiares no comprendían las posibilidades de querer vivir de este oficio, como sucede muchas veces cuando alguien decide dedicarse a alguna rama de las artes. Aun así, me involucré activamente en proyectos afines, de esta manera fui comprendiendo que Yucatán tiene todo para convertirse en una referencia y ser considerado un Estado con una industria cinematográfica sólida. Por supuesto que hace diez años, cuando exponía esta idea, era compartida por muy pocos, pues la mayoría seguía viendo el cine sin ninguna utilidad real, como equivocadamente aún lo ven muchos.
No voy a profundizar en el significado del cine, pues al ser arte entraríamos en debates y contradicciones que no nos competen ahora discutir; pero lo que sí me encantaría es realzar que el paradigma del cine como arte, necesariamente tiene que ser ampliado. Me refiero principalmente a que si bien, es una expresión humana que nos genera un proceso interno, una reflexión, una postura e incluso una actitud, cuando el producto cinematográfico es bueno, el cine tiene también una arista que lo relaciona directamente al sector económico y empresarial. Dicho en palabras simples: sin dinero no hay cine, y el cine hace crecer a la economía.
Generalmente los puristas, como hay en todo arte, han querido desligar este tinte económico del artístico, sin embargo, estamos en tiempos donde lo creativo está generado un boom económico, y el cine es una de las industrias creativas más enriquecedoras para sus tres principales actores: creativos, empresarios y público. No se trata de diluir la calidad y el arte para hacerlo más rentable y apto para todos los públicos, más bien el cine como una industria creativa, abre un panorama maravilloso para quienes, como yo, deseamos vivir de aquello que nos apasiona.
No debemos dejar de mencionar la importancia que la tecnología, el Internet y las redes sociales tienen en la industria cinematográfica, pues al ir evolucionando con rapidez, nos permiten observar en tiempo real lo que pasa con el talento local, nacional e internacional, lo que sin duda ha servido para crearnos criterios más amplios, pues el público decide de inmediato si los contenidos valen la pena o no. De igual manera, el uso de las nuevas tecnologías aporta un resultado directo para los empresarios involucrados en el cine, pues con esto es posible recibir números exactos de impactos y medir el interés de aquello que el público quiere ver en pantalla, lo que de alguna manera es otra herramienta que podemos utilizar para hacer crecer el cine como industria. Yucatán, a diferencia de muchos otros Estados de la República, está creciendo con rapidez, al igual que su oferta educativa, pero a pesar de ese crecimiento, el sector creativo es de los más golpeados económicamente y el sector audiovisual no tiene un tabulador con el cual se pueda argumentar su calidad y experiencia ante el sector gubernamental y empresarial y en eso tenemos que trabajar.
Hoy puedo decir que el amor por el cine y el talento local me mantienen en esta industria incipiente, pero con mucho corazón se vuelve más tangible. Existen ya proyectos que muestran a Yucatán ante el mundo y otros tantos que los mueven en el plano local: Mórbido Mérida, Kayche Tejidos Audiovisuales, Voodoo Film Fest, FICMY, Libre Cinema y Cine Con. Yo miro todas estas iniciativas como resultados tangibles del esfuerzo y pasión de aquellos, que ya no somos pocos, que pensamos y creemos que todos tenemos derecho a vivir y vernos retribuidos por lo que amamos y en lo que creemos.
