La Prima Ballerina Assoluta y su Ballet Nacional de Cuba ofrecerá por primera vez en Yucatán Don Quijote. Celebrará 90 años de vida
Por Martha Esther López Huan
La leyenda viviente del ballet clásico, Alicia Alonso, llegará esta semana a Mérida con otro clásico: “Don Quijote”, obra con la que el Ministerio de Cultura de Cuba festejará por todo el mundo los 90 años de vida de la Prima Ballerina Assoluta, quien nació el 21 de diciembre de 1920.
La gira del Ballet Nacional de Cuba incluirá Yucatán y Canadá, donde actuará en forma simultánea pues se dividirá en dos grupos. En Yucatán, presentarán la coreografía “Don Quijote” de Alicia, sobre la original de Marius Petipa y la versión de Alexander Gorski, con libreto y diseños de Salvador Fernández.
Las funciones serán el 26 y 27 en la Plaza Grande y los papeles protagónicos los asumirán los primeros bailarines Anette Delgado y Viengsay Valdés (Kitri), Javier Torres y Elier Bourzac (Basilio) y Alejandro Virelles (Espada), así como Yanela Piñera (Mercedes).
En Canadá, los cubanos llevarán a escena , el 26 de febrero, en el Teatro Hamilton Place, la coreografía Hansel y Gretel, de Eduardo Blanco, basada en el famoso cuento de los hermanos Grimm.
Con música de Jules Massenet, Richard Wagner, Serguei Prokofiev y Joseph Luigini, los personajes principales estarán a cargo de jóvenes figuras de la compañía como Merlen Fuentes, Regina Hernández, Yonah Acosta y Yadil Suárez.
El ballet «Don Quijote» se estrenó el 26 de diciembre de 1869 en el Teatro Bolshoi de Moscú, inspirado en un episodio de la famosa novela «El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha», de Don Miguel de Cervantes y Saavedra. La versión cubana se presentó por vez primera el 6 de julio de 1988, en el Gran Teatro de La Habana, aunque desde 1950 el Ballet Nacional de Cuba integró a su repertorio el grand pas de deux del III acto que ha conquistado países de Europa y Norteamérica.
Alicia Alonso elaboró y dirigió un cuidadoso trabajo sobre la legitimidad de las referencias folklóricas en el aspecto coreográfico, pero, por encima de todo, dignifica el respeto al personaje de Don Quijote, ícono del idioma castellano y de la cultura de raíz hispánica.
