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Que se quede en Montejo

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Que se quede en Montejo

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Por Virginia Carrillo.

Cada vez que llegan los días del carnaval se retoma en la agenda de la opinión pública meridana el asunto de “sacar” los desfiles del Paseo de Montejo y del centro. Que «mejor en la Avenida 128, no, que es más adecuado el terreno de la feria de Xmatkuil», son las ideas que repetidamente, año tras año, escuchamos para el cambio del derrotero, provenientes de diferentes voces –aisladas- que se alzan con indignación.

Como fiesta urbana el carnaval tiene más significaciones para quienes participan masivamente en él de las que toman en cuenta sus detractores, reiterando que la idea de cambiarlo de sitio corresponde a un sector o sólo a algunos cuantos, que ven afectadas sus rutinas habituales por el evento.

El argumento más fundamentado que he escuchado se refiere a la afectación al turismo, principalmente a aquel que se hospeda en los hoteles cercanos al Paseo de Montejo. Sin embargo, he podido observar a numerosos turistas que entusiasmados disfrutan de los desfiles y de lo que la gente local hace durante la fiesta. Tal vez habría que elevar la calidad del espectáculo, por ejemplo en lo que se refiere a disfraces, bailes y carros alegóricos, para inclinar la balanza hacia el otro lado, es decir en lugar de que los turisteros lo tengan como algo perjudicial para sus empresas, que sea un atractivo para atraer visitantes, como resulta con otros carnavales de la nación y del mundo que en estas fechas elevan exponencialmente el flujo turístico a sus destinos.

Las empresas patrocinadoras podrían ser incentivadas para invertir en mejorar el carnaval, en lugar de sólo vender cerveza y otros productos. Hacer del de Mérida el mejor carnaval de México.

El carnaval es una fiesta urbana que otorga sentido de pertenencia a los habitantes que participan en ella. Sobre ello, existe un estudio muy revelador realizado por la antropóloga Guadalupe Reyes Domínguez, y que deberíamos leer si tenemos serio interés en el tema: Carnaval en Mérida. Fiesta, Espacio y Ritual, que fue coeditado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

En dicho texto Guadalupe Reyes analiza la fiesta carnavalesca en Mérida al constituirse ésta, en un evento singular por su capacidad de convocatoria en la entidad, y por reunir personas de todos los estratos sociales, géneros y edades, cambiando radicalmente la configuración urbana.

«En Mérida, durante el tiempo de carnaval el aspecto físico de las principales calles de la ciudad se transforma; gran parte de las actividades productivas se suspenden; se multiplican fugazmente empleos y servicios. Agrupaciones sociales, culturales, de barrio y asistenciales, hacen pública su existencia; numerosos grupos y personas culminan largos meses de preparación para participar en la celebración y, lo que es más sorprendente, los festejos reúnen a cientos de miles de personas», apunta en su estudio.

Es mejor pensar en proyectos eficaces que mejoren el carnaval, que andar queriendo quitarlo de sus sitios habituales, esos donde la gente hace suya la ciudad.

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