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Islas de privilegio en un mar de miseria: la Cámara de Diputados y la SCJ

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Islas de privilegio en un mar de miseria: la Cámara de Diputados y la SCJ

República de las Bananas

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Por Eduardo Lliteras Sentíes
Islas de privilegio en un mar de miseria, violencia y marginación: la Cámara de Diputados, la Suprema Corte de Justicia, los barrios opulentos de las ciudades del país. En esto se ha convertido México en vísperas del bicentenario: en un país feudal, en cuyo horizonte se erigen palacetes de riqueza sin par a cuya vera se multiplican ciudades perdidas y barrios donde el hambre, el desempleo y la delincuencia callejera son la realidad cotidiana. Sí, un país feudal, hasta en la confusión entre la ley y la moral de algunos, que cancela los derechos de la mujer. Ese es el México que viven la inmensa mayoría de los mexicanos. De ejemplo, un botón: la Cámara de Diputados en la capital de la República, isla de la abundancia, circundada por algunos de los barrios más marginados, pobres y violentos del DF. Lo único que hace falta en la Cámara de Diputados es un supermercado… y no es exageración, como señala un excelente reportaje publicado por el diario Excélsior. En el Palacio Legislativo hay de todo: dos bancos, cinco agencias de viajes, peluquería, servicio de edecanes, un restaurante, dos cafeterías, consultorio médico, una guardería, museo, una cancha de fútbol y un gimnasio todavía improvisado. Todos estos servicios son parte de las prestaciones de los diputados. Por si fuera poco, como señala el diario Reforma, en la Cámara de Diputados, “las subvenciones alcanzan los 695 millones de pesos anuales. “Para su asignación, se resolvió dar a los grupos parlamentarios una `subvención ordinaria fija´ de 620 mil pesos a cada fracción y una `subvención ordinaria variable´ que en el último periodo fue de entre 92 mil y 103 mil pesos mensuales por cada legislador que la integra”.
Según la información del diario capitalino, “a este gasto discrecional se suman partidas para `apoyo logístico´ y `honorarios de los grupos parlamentarios´”. Además, “los diputados federales tienen una nueva forma de elevar sus ingresos: los vuelos de avión”, según añade Reforma.
“Como parte de sus prestaciones, la administración de la Cámara entrega a los diputados 4 cupones mensuales, para viaje redondo, hacia su lugar de origen si viven a más de 300 kilómetros de la capital”. Pero en lugar de pagar los boletos, explica Reforma, la Cámara les da estos cupones por el costo del vuelo más caro, cuyo monto varía entre 11 y 13 mil pesos. “Si los boletos que adquieren los diputados salen más baratos, o los legisladores no los utilizan, la diferencia se las regresa la agencia de viajes –que tiene oficinas en la propia Cámara– en un cheque a su nombre para ser depositado en su cuenta bancaria… y ellos se la quedan”. Qué bonito, ¿no? Qué maldito descaro, dirán otros.
Pero atrás no se quedan los gastos en la presidencia de la República o los sueldos y prestaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Los sueldos de los diputados mexicanos sobrepasan a sus pares de España, Francia, Italia, Alemania y sólo están por debajo de lo que ganan los legisladores estadounidenses. Tienen mayores ingresos que los diputados de Argentina y Brasil. Todo esto sin considerar que obtienen ingresos superiores a sus colegas de economías y sociedades con mejores servicios y renta per cápita que no tienen nada que ver con la desigualdad y abyecta miseria de México. Pero aún hay más, caballeros, como se grita en las ferias de pueblo. Como señala Ricardo Alemán, en El Universal, en su columna Itinerario Político: “el semanario Emeequis documentó que la saliente 60 Legislatura gastó —de 2006 a 2009— 12.72 millones de pesos en galletitas, café y leche; 6.8 millones en botellas de agua; 126 millones en comidas en eventos y vales de alimentos; 613 millones en boletos de avión; 670 millones de seguros médicos; 190 millones en teléfonos fijos, y 32 millones en celulares. Además, cada diputado recibe vales para gasolina, tarjeta IAVE para pasar gratis las carreteras, 45 mil pesos mensuales por asistir a su trabajo, 28 mil mensuales para ayuda ciudadana. Una perla de perlas. El diputado Francisco Javier Calzada, del PRD, pidió baño propio en su oficina de vicecoordinador, que costó 200 mil pesos. ¿Son o no parásitos? “No es todo. Excélsior documentó opacidad en 12% del presupuesto. Es decir, de los 5 mil millones que cuesta la Cámara de Diputados, los coordinadores apartan 600 millones, cuyo gasto no revelan a nadie, conocido como “asignación a grupos parlamentarios”. Y como —son ciudadanos “de otra especie”—, los diputados no sólo tienen fuero, sino que no pagan impuestos. Reciben ingresos limpios. ¿Son o no parásitos?”Ya lo decía René Delgado en su columna Sobreaviso, en el diario Reforma: “el robo, el abuso, el despilfarro, la dilapidación de recursos públicos y la degradación de la política se practican sin el menor pudor y, lo peor, bajo un manto de complicidad que borra las supuestas diferencias entre los partidos”. La pregunta que cada vez más analistas y actores nacionales se hacen es hasta cuándo la ciudadanía tolerará esto. Hasta cuándo arderá el país. Hasta cuándo un estallido social. Bueno, la respuesta es que el estallido ya lo estamos viviendo: en las calles, con el subempleo, la delincuencia desbordada y el resentimiento social acumulado.  ¡Aguas 2010! WWW.INFOLLITERAS.COM
LLITSEN@LIBERO.IT

 

 

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