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El virus de la política

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El virus de la política

ninocubrebocas

 

Por Carmen Garay

Inestable, mutante, contagiosa… entra por los oídos, la boca y los ojos. Es la definición que hacen los epidemiólogos acerca  de la influenza, pero los mismos calificativos valen para las autoridades que dicen una cosa,  dicen otra y hacen todo lo contrario.  “Hay un repunte de influenza… pero en Yucatán ya está estabilizado.” “No es tan importante cancelar eventos… pero hay que evitar que acuda gente con algún síntoma de enfermedad”.

Con ese discurso ambiguo de la autoridad sanitaria federal se avaló, sin decirlo abiertamente, la fiesta popular que ha organizado Ivonne Ortega para el próximo 1 de agosto. ¡Menos mal que existe un trabajo coordinado de ambos niveles de gobierno! Ojalá así se coordinaran para la ejecución presupuestal y el desarrollo de programas sociales.  Mientras tanto, pobre Chiapas, con gobierno perredista, a la cabeza de casos de influenza en México.

Lo cierto es que ni los llamados “datos duros” son un referente confiable para establecer la dimensión real del peligro que enfrenta la población  a causa de la primera pandemia del siglo XXI. Los contagiados, los enfermos y hasta los muertos, son sólo cifras que sucumben ante el interés político de subsanar la imagen de país exportador de virus, en el contexto de la que es también la primera gran crisis financiera y económica del nuevo milenio.

Y precisamente a la luz de indicadores de dinero contante y sonante, en esta coyuntura se revela la verdadera amenaza: el virus de la política que, inmisericorde, mueve las fibras más “sensibles” de los mandatarios y funcionarios para justificar lo injustificable. Pero ¿qué tanto es tantito? tenemos derecho a vivir nuestro sueño de bailar –con cubrebocas, supongo-, en el aséptico ambiente de miles de personas celebrando… ¿¿qué??

 

 

 

 

 

 

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