En su libro «Vigilar y castigar», el filósofo francés Michel Foucault, aborda el suplicio corporal al que se veían sometidos los prisioneros en las cárceles de Aquella época,- no tan pasada-, que se repiten en estos tiempos. Las cárceles, -está probado- se convierten en fábrica de delincuentes.
Si Ud. Vive o pasa por Ticul, Acanceh, Chemax, Izamal, Dzan, Oxkutzcab… y comete una infracción municipal, es detenido ebrio, insulta a un policía o alguna otra delicadeza, pues se las verá negras. Según estudio de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de Yucatán, en el 68% de los municipios las cárceles están plagadas de graves deficiencias; los presos son olvidados en un oscuro rincón, a pesar de haber cumplido el tiempo de la retención, luego, no existe un registro de ingresos y salidas de las mazmorras, además los detenidos son previamente bolseados por los policías, quienes nunca registran las pertenencias, -celulares, dinero, tarjetas etcétera-, con las que llega el detenido, amén de que el sujeto en turno es despojado de sus ropas y queda si acaso en calzones, según el comandante en turno que ordena la vejación, para que no se vaya a suicidar.
La CODHEY supervisó 99 de 106 cárceles del estado y salvo en Mérida, Tizimín, Progreso, Valladolid y Motul, el resto están absolutamente reprobados ¿y sabe qué es lo peor?, no hay ninguna recomendación sería de parte del organismo defensor de los derechos humanos, sólo avisa a los municipios que pongan atención, como si eso fuera suficiente.
Aquí es donde debe entrar con toda la fuerza el Secretario General de Gobierno Roberto Rodríguez Asaf y también Luis Felipe Saidén Ojeda, Secretario de Seguridad Pública, para que juntos hagan lo conducente, poner orden y trabajar fuerte en este asunto. No se trata de un caso menor de atentar contra los derechos humanos de los detenidos por cualquier causa, va más allá y consiste en dotar de herramientas básicas para evitar las corrupción de las autoridades locales y con ello males mayores, como el control municipal de los delincuentes de mayores.
El estudio viene acompañado de fotografías que explican carencias básicas, como son baños, luz y ventilación, cárceles ubicadas monte adentro, presos olvidados por más de 36, hasta 72 horas, por lo tanto las familias nunca saben donde a quien buscan, amén de que muchas veces van a la misma crujía, varones que mujeres o menores de edad.
Aunque la CODHEY no recomiende nada, el estado deber tomar nota de este asunto. Los municipios son autónomos en la medida en que cumplan con las normas legales. 
El concepto de humanidad debe aplicarse en todo aquello que encabece el estado, incluso en el peor de los asesinos -que no es esta la cuestión-, en todo caso, no dejar que las cosas pasen de largo.
Por José Luis Preciado
