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Otra propuesta interesante para esta Semana Santa

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ci_renoir-gilles-bourdos_2Por Eduardo Lliteras

Si hay películas que valen la pena verse para el público non sancto en éstos días en que las carteleras se atiborran de propaganda judeo cristiana (como el Hijo de Dios) yo voto por “Renoir” de Gilles Bourdos. Y la recomiendo ampliamente.

Con la dirección y guión de Gilles Bourdos y un reparto compuesto por Michel Bouquet, Romane Bohringer, Thomas Doret, Michèle Gleizer, Vincent Rottiers, Christa Theret, el filme es una bocanada de oxígeno en una oferta cinematográfica de Mérida copada por Hollywood y sus paranoias pseudo religiosas o de mala ciencia ficción.

La producción francesa narra los últimos días de Renoir, quien vive recluido por decisión propia en la Costa Azul francesa, en un oasis de color, alejado de una Francia y una Europa sumidas en la devastadora pesadilla de la guerra de las trincheras (Primera Guerra Mundial).

Auguste Renoir, se aferra a la vida pintando la voluptuosidad y la carne femenina, pero también se aferra a un mundo que desaparece de la mano del hollín de la Revolución Industrial y de las guerras mecánicas que arrasan y arrasarán el suelo europeo convirtiéndolo en un erial de alambre de púas y ruinas.

En el ocaso de su vida (1841-1919) Renoir pinta todo el día obsesionado en el color, en una lucha feroz contra la gota y el reumatismo que le provocan terribles dolores y lo obligan a inclusive amarrarse los pinceles a sus manos. Sin embargo, la película de Bourdos no se detiene en el dolor personal del pintor (que inclusive le deforma pies y manos) y lo sobrevuela, flotando en la atmósfera casi etérea de la campiña de la Costa Azul francesa y de los desnudos femeninos de su edén Impresionista.

Su jornada transcurre a través de la paleta y de las dolorosas curaciones a las que se ve sometido, apenas visibles entre los colores que iluminan sus cuadros, lejano a las bombas, el gas mostaza y la muerte de millones de jóvenes inútilmente, desgarrados por las bayonetas y las artillerías de los ejércitos lanzados a la destrucción por la geopolítica mundial de la época. La que en poco en tiempo mutará por completo, arrinconando en la historia imperios como el Astro-Húngaro y el Otomano y sembrando los orígenes perversos de la Segunda Guerra Mundial y del surgimiento de la potencia americana.

Pero son los pezones rubicundos de las modelos de Renoir y las cabelleras solares de las jóvenes que lo atienden y aman, los que pueblan esta cinta biográfica del pintor, alejado también, por decisión propia, del mismo movimiento Impresionista que lideró en su juventud.

El fantasma omnipresente de su mujer –20 años más joven que él y fallecida antes del pintor francés- Aline Charigot sobre vuela sus días finales en los que goza de la opulencia económica que careció en su infancia, juventud y primeros años como artista.

La llegada de una joven de cabellos de fuego –del mismo color de los de Van Gogh, “el loco rojo”- encenderá la pasión luminosa de Renoir. Se trata de Andrée Madeleine Heuchling, quien alimentará su amor por la carne femenina y dará nuevo aliento a su pincel.

Renoir encontrará en la nueva modelo su búsqueda sin fin del deseo inextinguible que es la vida. Y también llenará la vida de su hijo Jean, quien tras combatir en el frente regresará para casarse con ella, y fundar una compañía cinematográfica.

Renoir, 101 minutos, música de Alexandre Desplat y fotografía de Mark Ping Bing Lee.

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