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Un Otoño Cultural en medio de escaramuzas políticas

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Un Otoño Cultural en medio de escaramuzas políticas

CULTURA

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Por Alejandro Pulido Cayón.

Otra vez, la cultura y el arte estarán en el centro del huracán político. Apenas librado el pasado proceso electoral, será en la primera quincena de octubre cuando de nueva cuenta empiecen las escaramuzas para que los más grandes contendientes de la entidad, PRI y PAN, busquen dominar en los 106 municipios y las 25 curules locales. Justo en ese momento, tendrá lugar la más importante celebración del espíritu: el Otoño Cultural.

Como ocurrió durante el proceso federal, en el que hubo especial cuidado para que las acciones culturales y artísticas promovidas por el gobierno carecieran de visos partidistas, al ingresar en una nueva contienda de carácter estatal habrán de contarse mecanismos de transparencia que garanticen la correcta aplicación de los recursos en beneficio de toda la población, sin distingo de partido político.

Visto en retrospectiva, y como resultado de observaciones empíricas, la mejor estrategia que se tuvo durante el pasado proceso electoral fue precisamente el hecho de que se siguió una fórmula sencilla pero eficaz: atención al mayor número posible de municipios, eventos abiertos a todo público. El Festival Primavera Cultural, efectuado entre mayo y junio pasados, obtuvo importante convocatoria en beneficio de toda la población.

Si se estudia con detenimiento la programación que se hizo para ese evento, que abarcó municipios de los tres distritos del interior del Estado, además de tener fuerte presencia en la ciudad capital, se notará enseguida que se procuró una distribución equilibrada de los eventos, que se presentaron tanto en ayuntamientos de extracción priísta como panista, e incluso perredistas y en el único independiente.

Aunque se tuvo especial cuidado en evitar las referencias que pudieran ser tomadas como proselitistas, o de promoción gubernamental, para los asistentes a las funciones programadas quedó claro que esos acontecimientos artísticos eran organizados directamente desde el gobierno de Ivonne Ortega Pacheco, en coordinación con sus autoridades municipales. El mensaje implícito fue evidente. Institucional, pero evidente.

La principal diferencia que se ha marcado en la política cultural de la entidad, radica en el hecho de que esta administración se planteó como urgente la atención a los municipios, cuestión que durante el pasado sexenio estuvo sumamente relegada, a grado tal que hace dos años la estructura de promoción cultural en el interior del Estado se encontraba desmantelada.

En esta ocasión, será mayor el reto para desarrollar con bien las actividades artísticas y culturales del Otoño Cultural en los municipios, no precisamente porque haya reglas más severas en cuanto a las acciones de gobierno a realizarse durante el proceso electoral, sino por la naturaleza de éste que es eminentemente municipal.

A lo largo de las elecciones federales, fue una pequeña élite política la que soportó la carga de campaña. Las autoridades municipales que se involucraron en labores proselitistas, lo hicieron con la debida reserva, sin que representara un desgaste importante. Sin embargo, lo que se avecina compromete de forma directa el quehacer de los alcaldes, debido a la dinámica particular implicada por el cariz local que se vivirá.

Los municipios cuentan con una vida política de sumo interesante. En los más pequeños, la cuestión partidista es la que menos impera, puesto que la misma proximidad de los habitantes hace que los líderes sean reconocidos al margen de cualquier partido político. Sobre ello, cabe destacar lo ocurrido en Uayma, Abalá, Yobain, y Quintana Roo, por mencionar algunas comunidades donde los candidatos de 2007 ganaron por méritos propios, que luego fueron capitalizados por las organizaciones a las que se afiliaron.

Los 106 ayuntamientos a renovarse estarán inmersos en los movimientos sucesorios precisamente cuando dé inicio el Otoño Cultural. Eso, sin lugar a dudas, impactará en las estadísticas. Durante el período de gobierno panista, el máximo de actividades que se tuvo en municipios durante el Otoño Cultural fue de 50; mientras que en los dos años que van de la actual administración estatal la cifras han sido de 127 y 148 eventos, con una cobertura de 96 municipios, respectivamente. Las condiciones que ahora se presentan, hacen pensar que habrá un retraimiento en los números.

Puede que una vez más se tenga la inteligencia de ofrecer una atención equitativa y apartidista en la programación de eventos, pero los efectos que de ello deriven en el corto plazo habrán de variar con respecto a lo ocurrido este 2009; a final de cuentas, habrá de hacerse política cultural a pesar de la cultura política.

 

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