Por José Luis Preciado.

El resultado de las elecciones de este 4 de julio es claro. Los mexicanos no están conformes con la política de guerra emprendida por el presidente Felipe Calderón, la muestra más fehaciente la constituyen los resultados de esta elección en los estados más violentos como Tamaulipas, que ha quedado en manos del PRI; mientras que la alianza PRD-PAN se alzó con la victoria en Oaxaca, Puebla y Sinaloa. Aquí va el mensaje para el presidente: ningún estado será gobernado por su partido, el PAN. Además, en los tres ganados por la alianza en la que estuvo el blanquiazul, el origen de los candidatos no es panista: en Oaxaca es del PRD, en Puebla se trata de un ex priista y en Sinaloa también es un ex priista; el resto –nueve- quedó en manos del PRI. Desde luego en esto de los resultados definitivos, existe todavía un largo tramo por discutir en las instancias electorales correspondientes. César Nava, presidente del PAN, declaró al final del proceso que su partido se encaminaba a Los Pinos. Con estos resultados la verdad no se ve cómo puedan quedarse ahí.

En Quintana Roo resulta paradójico lo ocurrido. Félix González Canto y su gallo, Roberto Borge, no pudieron convencer a los electores, salió a votar sólo el 40 por ciento; ello significa que, a pesar de las cantidades industriales de recursos invertidos en la campaña, la gente se quedó en casa: para qué salir, si sólo competía el PRI, cuál era el chiste. A pesar del carro completo, otra vez pierden Cancún, Isla Mujeres, y quedó en riesgo Carrillo Puerto. ¿Habrá fallado Carlos Sobrino, operador político yucateco en Quintana Roo?, Félix González Canto salió reprobado en su administración, de aquel joven ambicioso y trabajador sólo destacó su imagen de ambicioso.