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OSY sacude con emotividad el concierto dominical de la OSY

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OSY sacude con emotividad el concierto dominical de la OSY

Los fríos paisajes de las estepas nórdicas se vieron pletóricos de calor y de color, por el desborde de sentimientos que provocaron las obras interpretadas en el programa del segundo concierto de la XXVIII temporada de la OSY.

Edvard Gieg y Jean Sibelius se tomaron de la mano en un nacionalismo profundo e hicieron vibrar las fibras más sensibles del numeroso público, mayoritariamente de jóvenes que, fielmente, domingo a domingo abarrota el Teatro José Peón Contreras, que en este acto de desagravio recuperó su calidad de Catedral Cultural de Yucatán.

Noruego y finlandés encontraron, cada uno, en el desarrollo de sus obras, el camino certero para llegar a la entraña más profunda de los escuchas y conmoverlos hasta lo más profundo de las almas, provocando explosiones placenteras que se tradujeron en salvas nutridas de aplausos, gritos de bravo y gente brincando en sus lugares por el entusiasmo desatado por la música. ¡Qué hermoso y grato es constatar la sensibilidad del público y su abierta manera de manifestarlo!

En el caso del Concierto Para Piano, Op. 16, de Grieg, tenemos el privilegio de contar ya con dos magníficos intérpretes de esta obra; todavía resuena en nuestros oídos la tremenda ovación que arrancó la interpretación de esta obra, en manos de Manuel Escalante Aguilar; y ahora viene a sumarse la incontenible escandalera que desataron los últimos compases del tercer movimiento, en la tremenda interpretación de Alfredo Arjona. Desde donde esté, Juan Campos ha de haber disfrutado profundamente este concierto. No cabe duda que Yucatán está viviendo momentos muy importantes en la historia de la cultura. Nunca antes, como ahora, habíamos tenido el nivel de actividad cultural que se vive a diario en nuestra ciudad y Estado, y esto, créanmelo, es de la mayor importancia para la vida de nuestra sociedad.

Abre programa la Obertura Finlandia, de Jean Sibelius; inicia con un redoble de los timbales y entran los metales solemnes, las maderas dulcemente y las cuerdas melodiosas, los chelos cantan en tono grave y entran clarinete y fagot, el oboe canta con los metales y la solemnidad se deja sentir con gran fuerza; la trompeta marca un cambio que chelos y bajos acentúan y se aborda un fuerte pasaje acompañado por los timbales; cantan los cornos y responden las cuerdas y la fuerza va subiendo y se deriva en una agitación que subrayan los platillos y marca el triángulo y con gran alegría se desarrolla el tema, los metales marcan nuevo cambio y las maderas cantan cálidas, dialogan flauta y oboe con gran dulzura y responden las cuerdas y se abraza gran emotividad, la tuba marca un cambio y estalla la alegría que los platillos remarcan y canta la tuba y se desborda la emoción con gran fuerza que nos lleva al brillante final de la obra. La primera gran explosión del respetable hace vibrar la sala.

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