Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

McLuhan para principiantes

Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

McLuhan para principiantes

mcluhan

Por Carlos M. Hornelas Pineda

Marshall Mc Luhan, el profeta electrónico del siglo pasado habría escrito en 1968 que, al paso de los acontecimientos que vivía, en un futuro muy cercano, la electricidad y las redes satelitales constituirían la piel de la cultura. Un intertejido por el cual circularía todo tipo de comunicaciones en tiempo real. Esta situación hará, escribe McLuhan, que el espacio se contraiga y el mundo se convierta en una aldea global.

Muchos fueron los críticos que lanzaron dardos envenenados a la Diana del centro teórico Mcluhiano y sus ideas fueron consideradas en ciertos círculos académicos como verdaderamente estrafalarias, ridículas o simplemente vanguardistas.

Si hoy viviera Mc Luhan, de seguro tendría una Blackberry y estaría Twitteando todo el tiempo en esa suerte de frases haikú en las que escribía para detonar todo tipo de reacciones. Seguramente Obama, Berlusconi y Madonna pertenecerían a su cada vez más creciente red de amigos de Facebook y Woody Allen habría producido ya ciertos clips de video con él para colgarlos desde Youtube.

Si hoy viviera McLuhan, en plena era de la Información, como la ha descrito Manuel Castells, sabría que la telefonía móvil ha crecido descomunalmente en todo el planeta superando con mucho la telefonía fija. Podría disertar en un podcast o un videoblog acerca de qué tipo de extensión de la persona es el teléfono celular o si el iPhone nos inserta ya en la era táctil para dejar el espacio visual y acústico atrás.

Pero sobre todo, se irritaría al saber que, irónicamente, el paso al futuro nos quiere irremisiblemente enviar de regreso al pasado. Si hemos tenido un atisbo de lo que significan nuestras vidas en la era de la información con los pagos en línea, la consulta de diversas fuentes, la creación de contenido ciudadano, el fenómeno de lo local/global, la educación a distancia, entre otras muchas actividades; ahora, con el impuesto que el gobierno calderonista quiere implementar al sector de las telecomunicaciones, parece aportar la gota que derramará el vaso.

Mientras que en Brasil y Chile el WiMax es una realidad cotidiana, en México estamos haciendo las primeras pruebas en Baja California. Los analistas estiman que México vive un atraso aproximado de 35 años en esta materia.

La propuesta calderonista en telecomunicaciones abarcaba las llamadas tres “C”: competencia, convergencia y cobertura. Sin embargo, para nadie es un secreto que hasta la fecha no hay nuevos competidores en este rubro, lo cual apuntala  el monopolio existente y encarece los servicios que ofrece. Somos de los países que más caro pagan la telefonía. En últimas fechas se ha hecho saber que se licitarán algunas frecuencias del espectro radioeléctrico para que nuevos competidores entren en escena, empero no se han dado a conocer las condiciones para que esto se lleve a cabo.

Asimismo, parte de la fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad, la llamada fibra oscura que se liberó hace unos meses, se licitará para darle un uso comercial. La simple comercialización y pago por la contraprestación requerida por el Estado, representa una jugosa fuente de ingresos, amén de la tasación por facturación de la(s) empresa(s) que resulte adjudicada, claro, si alguna vez se lleva a cabo esta buena intención que no ha merecido mayor seguimiento.

En cuanto a la convergencia, los intereses de Televisa, Telefónica, Telmex, Axtel y otras compañías, cuyos cabilderos han dejado la sociedad civil y el ámbito corporativo para ocupar escaños en la presente legislatura, habrán de dictar las políticas a seguir en la materia puesto que ni el órgano regulador ni la Secretaría de Comunicaciones y Transportes han podido o querido resolver. Cada decisión tomada a favor de una posición u otra repercute directamente en los intereses de estos empresarios, por lo cual la autoridad ha decidido salomónicamente ser infalible y abúlica, o para ser eufemistas, podríamos decir que esperan que la mano invisible del mercado y del señor Adam Smith cumplan con su cometido mientras ellos observan pacientemente.

En lo que refiere a la cobertura, la falta de inversión en este sector se acompaña de la actitud chantajista de Telmex que pregona con esclero y desdén a sus competidores “Inviértale”. Mostrando con ello que su capital y su infraestructura sigue siendo la más extendida en el territorio nacional.

Con todo ello, además de la recesión económica mundial, la falta de infraestructura, la carencia de transparencia de políticas del sector, los recortes de personal, la baja de ingresos y una tasa de deserción de servicios de televisión de paga al alza, lo más probable es que los empresarios de este sector trasladen al usuario final el costo de este nuevo impuesto.

A menos que efectivamente, en lugar de alentar las telecomunicaciones y su desarrollo, se busque más bien seguir favoreciendo a los de siempre, el Estado deberá considerar a fondo y concienzudamente uno de los aforismos más célebres del profesor Mc Luhan: “el medio es el mensaje”.

 

Facebook
Twitter
LinkedIn