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Habla de lo que sabes: Geney Beltrán

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Habla de lo que sabes: Geney Beltrán

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Por Alejandro Pulido Cayón

 

Mérida, Yucatán, a 09 de noviembre de 2010.- Prolijo en su discurso, ensambla ideas como si construyera sofisticadas piezas de relojería, con su plática el tiempo se evapora. Es asertivo cuando hace observaciones. Como editor, cambió tijera por bisturí. Como escritor, sentencia en su primer libro de ficción: “Habla de lo que sabes”. Es Geney Beltrán Félix.

Editor y literato, Geney Beltrán presentará el próximo el tres de diciembre -en Mérida- su primer volumen de cuentos, en el que ofrece  “historias de personajes enfrentados a la gran ciudad. Una ciudad hostil,  a veces vista de una manera apocalíptica, que parece que es enemiga de muchos aspectos muy emocionales del ser humano”.

Oriundo de Sinaloa, el autor trasladó su residencia al Distrito Federal a los 17 años de edad. Ha incursionado en el ensayo. Con “Habla de lo que sabes” se interna en la narrativa para desentrañar -a través de las herramientas del cuento y la novela corta- grandes interrogantes sobre la paternidad, el amor y el hombre contra su entorno.

“El tema de la paternidad, de la relación entre padres e hijos, es algo que me provoca mucha perplejidad: Esa percepción de lo que es la continuidad de la especie, y al mismo tiempo de lo que es su refutación, porque parece que los hijos siempre van a ser muy diferentes a sus padres. Elena Garro decía: los hijos son otras personas”, apunta.

Invitado por la Biblioteca Básica de Yucatán, la Escuela de Creación Literaria y el Movimiento Poetas del Mundo, Geney Beltrán imparte desde el pasado septiembre un taller de ensayo y narrativa, en el que pone al servicio de los asistentes sus conocimientos y fomenta el debate de las ideas con base en criterios bien establecidos. Bajo su tutela, no hay descalificación válida.

Quizá sus agudas observaciones, la manera como desarrolla los temas que sirven para fundamentar el trabajo de taller, tengan raíces en su oficio de editor. En su trayectoria, ha trabajado en el Fondo de Cultura Económica, Editorial Páramo y para varias revistas.

“Me gusta mucho el trabajo editorial, llevo ya 11 años. He aprendido mucho, porque es algo que no estudias. Estudias la carrera de letras pero no te enseñan nada de edición, y lo vas aprendiendo sobre la marcha y echando a perder. Me ha tocado trabajar en editoriales del gobierno, privadas, de libros, de revistas, de varios temas: historia, literatura sobre todo. Lo he tomado básicamente como un oficio, no como mi vocación, porque en efecto vivir de la escritura en este país resulta muy difícil”, confiesa.

Y lleva el pensamiento más hondo: “Los libros son fundamentales en todas las etapas de la formación del ciudadano, entendiéndolo de esa forma; y a mayor variedad de oferta de libros que haya en la sociedad, mucha más rica va a ser la convivencia y el diálogo para las nuevas generaciones. La labor de un editor, para mí, sí es poner libros en las mesas de novedades de las tiendas y que se vendan, pero el librero es un bibliotecario del futuro: es el que crea las bibliotecas que van a leer los que ahorita están naciendo o por nacer”.

Ante las apabullantes estadísticas sobre falta de lectores en México, Geney Beltrán hace un alto y reflexiona sobre el camino que se ha seguido en materia de políticas culturales. Conocedor del ámbito de la industria editorial, se aventura en sus apreciaciones.

“El Estado a lo que estaría obligado, y sigue estando obligado, es favorecer la formación de públicos que consuman productos culturales y eso no aplica sólo a la literatura; pero remitiéndonos a la literatura, sería más útil para los escritores que el Estado en vez de darles becas a los autores, en vez de darles subsidios a los editores, hicieran un programa educativo que llegara a todas las escuelas del país y que permitiera a los niños y jóvenes acercarse a los libros”, propone.

Puntualiza: “Si nosotros ponemos un niño a lado de un libro, no estamos haciendo todo, se requiere que alguien le facilite, un mediador que conviene mucho sea un lector porque es quien va a contagiarle ese interés a los niños. El apreciar un libro de literatura requiere ciertas habilidades cognoscitivas que no se requieren para ver un programa de televisión, y esa bisagra es la que falta. Si nosotros asentamos los libros, los llevamos a la biblioteca y no hay un agente externo los libros ahí se quedan”.

Beltrán Félix pertenece a la generación emergente de escritores mexicanos, y para él queda claro que “el rescate de lo humano en una circunstancia inhumana es fundamental en el trabajo de un escritor de ficción. Yo creo esa podría ser como el gran espacio temático donde esta generación se va a tener que, digamos, fajar los pantalones. Digo que la violencia es un desafío moral para la escritura y que nuestra generación tiene la maldición de crecer en un país tan violento, con una vida cívica tan degradada, con problemas económicos y políticos tan grandes; pero es precisamente de ese cochambre de donde va a salir el arte. Así ha sido siempre”.

Geney, en efecto, habla de lo que sabe.

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