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El mundo no puede seguir esperando

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El mundo no puede seguir esperando

 

marina-en-cancun-cop16Por Eduardo Lliteras.

¿Debe el mundo seguir esperando a que los Estados Unidos asuman un compromiso contra el cambio climático o deben los Gobiernos del mundo asumir el liderazgo que se niega a asumir Washington sin importar cómo y cuándo los Estados Unidos participarán?, se pregunta Greenpeace desde la cumbre de Cancún contra el calentamiento del planeta.

Los Estados Unidos, mayores responsables de la contaminación de la atmósfera per cápita e históricos emisores de gases de invernadero se niegan a asumir su responsabilidad desde que en Kioto la mayor parte de las naciones del orbe firmaron acuerdos para reducir su consumo de energía fósil. Su responsabilidad a éste respecto es histórica, y queda para la posteridad el argumento del criminal de guerra, mejor conocido como Baby Bush, cuando dijo que su país no negociaría el american way of life.

Nación depredadora, habituada a saquear alrededor del mundo a través de guerras espurias, la última en Irak, considera que los demás pueblos de la Tierra deben hacer lo que ellos jamás harán: Revolucionar su estilo de vida, su manera de producir, transportar y consumir. Y abrocharse el cinturón, para que el mundo sea más vivible y habitable para todos los seres que lo pueblan, incluidos, claro está, los miles de humanos.

En cada cumbre contra el cambio climático han jugado un rol pernicioso, de auténticos saboteadores y en la presente cumbre de Cancún está ocurriendo lo mismo.

Como señala Greenpeace, “por al menos 20 años el mundo ha estado esperando a los Estados Unidos para que actúen contra el cambio climático. Mientras el cambio ha comenzado a ocurrir a lo largo y ancho de los mismos Estados Unidos, un presidente tras otro ha fracasado en aplicar activamente políticas contra el calentamiento del planeta”.

Lo que queda claro, señala Greenpeace, es que Estados Unidos no asumirá pronto un compromiso en la dirección de reducir sus emisiones, por lo que otros países deben comenzar a actuar sin esperar las decisiones de Washington.

Respecto a México, la actitud del Gobierno Mexicano ha sido hasta ahora camaleónica. Presionado por la opinión pública y las ONG presentes en Cancún ha tenido que aceptar abrir las negociaciones, mantenidas en secreto, sobre el documento que está siendo redactado en la cumbre climática. Sin embargo, la promesa de transparencia es más bien eso: Una promesa que difícilmente se cumplirá.

En un foro, realizado en la exposición mexicana de la COP 16 se pudo escuchar de boca de un presunto joven ecologista que “los jóvenes mexicanos respaldan a su Gobierno” en sus políticas ambientalistas a diferencia de los jóvenes de Canadá o Japón.

Domesticados y a modo. Eso es lo que son los diversos voceros que hemos podido escuchar en la cumbre representando a México. Los Pinos no son líderes ambientalistas globales, lo contrario es una farsa. El país genera su energía primordialmente a través de las energías fósiles. No hay políticas públicas para transformar la movilidad urbana de las principales ciudades del país, atascadas por embotellamientos y la carencia de transporte público de calidad.

La deforestación sigue minando los bosques del país y la depredación de fauna y flora es irrefrenable así como la contaminación de cuencas y lagunas. Imperdonable el criminal permiso para la experimentación y cultivo de transgénicos en México.

Durante la semana pasada el Gobierno Federal presentó un programa de salvamento de las cuencas del país de aquí al 2030 que suena a patética mascarada para pavonearse, como siempre, cual preocupado ambientalista, mientras los principales ríos de México languidecen convertidos en venas pútridas. El ejemplo del río Santiago, convertido en un venenoso basurero en 50 años por el que no ha querido hacer nada el actual Gobierno panista de Jalisco con todo y los millonarios recursos entregados a manos llenas por Calderón, es un botón de muestra de la realidad del país.

En conclusión, en la cumbre de Cancún, para que sea creíble y no una fantochada, es necesario que los países desarrollados del orbe den el primer paso para reducir sus emisiones de forma real en niveles suficientes para que la temperatura del planeta no aumente más de 1.5 grados. Las naciones ricas e industrializadas no pueden seguir exigiendo al sur del mundo lo que ellos no hacen: Recortar emisiones y promover tecnologías verdes.

Como señala Greepeace se necesita que los países ricos reduzcan sus gases de invernadero entre un 25 y 40 por ciento para el 2020 partiendo de los niveles de 1990.

Si bien está claro que en Cancún el grave problema del calentamiento del planeta no será resuelto, es necesario que los países pongan las bases de acuerdos para incrementar las reducción de sus emisiones, financiar la protección de bosques y la creación de un fondo climático bajo la dirección de las Naciones Unidas.

Otra cosa, sería una farsa y una claudicación histórica de las responsabilidades que debemos asumir respecto a las generaciones que nos siguen.

Email: infolliteras@yahoo.com.mx

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