Por Virginia Carrillo.
Para cerrar con broche de oro su administración municipal, el alcalde de la capital, César Bojórquez Zapata, ejecutó la propuesta presentada por Juan Francisco Peón Ancona, cronista de la ciudad y Margarita Díaz Rubio, de Prohispen, para colocar un monumento a los fundadores de la ciudad de Mérida, los Montejo, en el remate del Paseo también llamado Montejo.
El alcalde saliente, con la retórica que le caracteriza, contestó “A ver ¿díganme por qué no?” cuando se le cuestionó la razón por la que se erigiría el monumento. Lo cierto es que pese a la polémica generada, hoy, como último y simbólico acto del gobierno panista, César develiza las estatuas de los fundadores.
El asunto del monumento sacó a flote la parte oscura de la identidad yucateca: el racismo y los rencores entre grupos sociales que tiene hondas raíces en nuestro pasado colonial. La superioridad de los blancos, autodenominados “casta divina” quienes golpean a todos los que están “debajo” suyo con el látigo del “complejo del malix”, más el desprecio por lo maya proveniente de la inercia de la dominación española, la postura extrema de quienes sin entender la complejidad de nuestra historia regional desean borrar todo lo español, así como el forcejeo entre los que se consideran dueños del capital cultural de Yucatán para darle a los Montejo la categoría de héroes o de conquistadores -según el lado de la cancha al que se pertenezca-, despierta serias preocupaciones entre quienes creen todavía que es posible construir una sociedad justa e igualitaria, donde el color de la piel, el origen, la religión o la convicción política, no sean motivo de segregación.
César inaugura el monumento que tiene más significado para el grupo sociocultural que controla el panismo del que él mismo alcanza a entender, al rato los autodenominados defensores del pueblo maya intentarán derribarlo respaldados por el grupo político de oposición; filias y fobias, complejos de superioridad, perpetuación de la desigualdad, eso se activó y demuestra que la dolorosa Guerra de Castas que estallara en 1847, aún está viva en Yucatán…