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Chinaski se fugó de Bukowski

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Chinaski se fugó de Bukowski

factotum

Por Alejandro Pulido Cayón

Parece que a Hank siempre lo persiguió la marginalidad, o fue al revés: Hank nunca renegó asumirse habitante de los márgenes sociales, económicos, filosóficos, literarios; pese a que llegó al “meanstream” y vivió 10 años de más: Hank Chinaski fue una víctima irredenta de Charles Bukowski, quien nunca abandonó la orilla de la vida que decidió vivir a través del mustio Hank.

Acercarse a la obra de Bukowski implica entrar al universo vívido de un cínico poeta, o un mal poeta que de tan cínico destacó en la narración y trascendió hasta el celuloide. Primero con la cinta “Bar fly” (1984), y más recientemente con el traslado de “Factotum” (2005) a la pantalla grande (que desde ahora se los digo, sólo la podemos ver en DVD, y eso porque llegó a nuestro país vía el barrio bravo de Tepito).

Bukowski es tres bukowskis ahora, pero no se libra de Hank, porque la producción de “Factotum” puso a la crítica ante una disyuntiva: ¿Cuál de los dos actores  gringos que ha hecho de Chinaski es el mejor Bukowski: Mickey Rourke en “Bar fly” o Matt Dillon en “Factotum”?

Estoy cierto que si “el gran borracho” estuviera entre nosotros, sin duda promovería una pelea en la cantina, para que las cosas se decidieran en sabia tranquiza. Y en esto, “my personal pocket Jesús” -un gran amigo y admirador de la creación bukowskiana- no dudará en retarme a puños, luego de leer estas líneas ausentes de etilismo.

El cine siempre es buen pretexto para hablar de literatura y también al revés, sobre todo cuando la primera película que retrató al autor en cuestión, fue escrita por él mismo, y después se botó la puntada (y quítenle la ene a la anterior palabra) de escribir una mordaz novela sobre lo que fue la filmación de “Bar fly”.

En “Hollywood”, el buen Charles habla de las tropelías que vivió Hank cuando le pidieron escribir una película sobre su vida. Ahí fue claro Bukowski sobre la actuación de Rourke.

Haré una amplia cita: “Llegué a la conclusión de que los atores eran distintos de nosotros. Mira, cuando te pasas muchas horas, muchos años simulando ser una persona que no eres, bueno, eso te afecta. Es ya muy difícil intentar ser uno mismo. Imaginaos tratar con todo el empeño en ser alguien que no eres… después de un tiempo, de ser docenas de otras personas, tal vez sea difícil recordar quién era uno mismo”.

Y en concreto, el sarcasmo bukowskiano: “Supuse que Jack Bledsoe (Rourke) se había perdido y decidió que estaban fotografiando a algún otro y no a él”; de ahí que las discusiones sobre el papel de Rourke en “Bar fly” sean insusntaciales.

Ahora, el problema está en “Factotum”, la cual ni siquiera fue hecha en vida del autor-protagonista-escritor; aunque las imágenes, el contenido y los ambientes sean muy similares a la de su predecesora, con el detalle de la actualización de la fotografía y escenografía.

¿Matt Dillon como Hank Chinaski, sin la bendición a escupitajos de Charles Bukowski?, suena a otra película de culto, o al menos indispensable para la legión de lectores que aman la vida de ese “gran borracho”, más aún que su creación literaria o aman la creación literaria a partir de la vida del escritor, porque en eso nunca hubo escisión.

En “días como navajas, noches llenas de ratas”, un poema que cae en la narrativa, Bukowski confiesa: “siendo muchacho dividí en partes iguales el tiempo/ entre los bares y las bibliotecas/…/ en los bares, pensaba que era rudo, quebraba cosas, peleaba con otros hombres/ en las bibliotecas era otra cosa: estaba callado, iba de sala en sala,/no leía tantos libros enteros/sino partes de ellos”.

Agrega líneas abajo: “no me gustaba la literatura tanto como los críticos/literarios; ellos sí que eran verdaderos aguijones, esos tipos usaban/un lenguaje refinado, hermoso a su manera, para llamar a otros/críticos, otros escritores, unos huevones”.

A Charles Bokowski se lo cargó la parca en 1994, a la edad de 74 años. Le sobrevivió Hank Chinaski, quien ahora se pasea con timidez en la cinta “Factotum”. Sólo atino a pensar que hace falta una novela que hable sobre las idioteces que pasaron detrás de cámaras. Cuánta falta hace una cerveza en ese bar, para que Charles “el gran borracho” Bukowski nos ficcione otra verdad.

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