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Buffalo Soldiers o las trapacerías al dos por uno

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Buffalo Soldiers o las trapacerías al dos por uno

buffalo20soldiers200011Por Alejandro Pulido Cayón.

            Cuando al ánimo guerrero gringo le entra el pudor, surgen voces que se despojan del chauvinismo para entrarle de lleno a la crítica. Como buenos picapleitos, los gabachos le han atorado a cuanto conflicto les rinda dividendos.  Ya entrados en sacarle jugo a la guerra, surgen toda clase de personajes harto cínicos e hipócritas, como el genial Ray Elwood, interpretado por Joaquín Phoenix en la excepcional cinta “Buffalo Soldiers”.

Basada en la novela de Robert O’Connor, la película dirigida por Gregor Jordan retrata los truculentos enjuagues de un grupo de soldados estacionados en una base estadounidense de Alemania, justo en 1989, en la recta final de la Guerra Fría. La sobredosis de humor negro, y la crítica implicada en ello, hicieron que esta obra del 2001 fuera derechito a DVD para su distribución internacional.

Cada guerra ha tenido su peculiaridad, algo que la distingue y hace única. Digamos que el sello de la Primera Guerra Mundial  fue el combate de trincheras, mientras que la Segunda Guerra Mundial se definió por el Holocausto y la bomba atómica; las conflagraciones del Golfo Pérsico fueron las primeras televisadas; en tanto que la Guerra Fría tuvo como tema la paranoia mundial, el miedo galopante a la destrucción total de la humanidad, pero muy pocos o nulos enfrentamientos armados.

Dentro del cine bélico han sido comunes las historias de soldados ambiciosos, que dejan todo detrás para hacerse del a fortuna que los aleje de su asqueroso mundo obreroide. Así nos encontramos con filmes como “El botín de los valientes”, “Tres reyes” y, claro está, “Buffalo Soldiers”, ñoñamente traducida con el título de “Código traición”.

El grueso de las producciones hollywoodescas deviene en suerte de propaganda enaltecedora, en la que de vez en vez se lanzan discursos éticos sobre el valor, el honor, la justicia y cuanta alucinación patriotera henchida de esteroides se le ocurra a los guionistas; en rara ocasión erigen una verdadera autocrítica de tintes humorísticos, porque como lo decía Ernesto Lumbreras: detrás de todo humorista se esconde un moralista. Y si algo se presta al humor, es la moral del patriotero.

Alejada de las parodias, que bien se utilizan para exprimir risas de atolondrados, “Buffalo Soldiers” está ensamblada en tono de comedia sin que por ello recurra a las gracejadas. Sus planteamientos son soberbios, empezando por la situación de ocio que se vive en las barracas y lleva a los soldados a jugar sus “touchitos” bajo techo, lo que desemboca en la muerte de un compañero.

A partir de ese hecho trágico, se traza la personalidad del protagonista. Elwood se revela como hábil lambiscón, transa irredento capaz de cualquier porquería con tal de hacerse un par de dolarucos. El superior inmediato, el coronel Berman, encarnado por Ed Harris, resulta un pusilánime de tristes, limitadas aspiraciones, que en el impasse de los últimos momentos de la Guerra Fría sólo le interesa mantener su estatus, lo que facilita el ilícito enriquecimiento de Elwood.

Nadie se extraña ni escandaliza de que las tropas consuman drogas como caramelos; aunque la pregunta siempre será la misma: ¿de dónde obtienen sus dosis? La respuesta que da el filme, sólo ayuda a comprender mejor las redes de corrupción que existen en los cuerpos armados, pues el mismo protagonista es encargado de producir la heroína que se consume en la base. Serio que se trata del ser más truculento jamás enlistado en el ejército. Pero habría de llegarle la horma, en esa su Alemania de fantasía.

Luego de que un tanque blindado, con sus tripulantes hasta las manitas de drogados, ataca una gasolinera y mata en la explosión a dos choferes que transportaban sendos arsenales, Elwood ve la oportunidad de su vida y roba el cargamento.

La situación se complica con el cambio de mando, y el ingreso del sargento Lee, representado por Scott Glenn, quien pronto se convierte en némesis de Elwood. Para sazonar el asunto, el desfachatado soldado decide enamorar a la hija de su archirrival, la bella Robyn Lee, interpretada por Ana Paquin, quien resulta ser otra fichita primorosa encantada de reventarle las bolas a su papi.

El robo a su propio ejército, la producción masiva de drogas para sus compañeros, la lujuriosa relación con la hija del coronel, y la traición final hacia su protector, hacen de Elwood un canalla de película, pero a la vez ponderan al personaje como la encarnación de anquilosados vicios de soldados sin enemigo qué combatir.

Esa corrupción galopante, sólo podría ilustrarse en todo su esplendor durante aquél memorable 1989, cuando cayó el Muro de Berlín, porque dos años más adelante la Guerra del Golfo Pérsico daría lugar a otro tipo de pillerías, que hasta la fecha han sido bien acalladas. Debido a su contenido altamente inflamable, “Buffalo Soldiers” estuvo poco tiempo en la cartelera estadounidense, y en México, como ya se indicó, sólo nos llegaron copias en DVD.

 

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