Por Eduardo Lliteras Sentíes.
La ciudadanía debe echar las cuentas con el cuarto aumento a las gasolinas en
lo que va del año y con el aviso de que la presunta recuperación económica mundial podría atascarse. Por lo menos. En efecto. Las malas noticias sobre la economía española, griega, portuguesa e
irlandesa, según observadores en el Viejo Continente, está en la precariedad de las economías de esos países europeos. Los problemas son tan severos, que alguno o algunos de esos países podrían tener que abandonar la moneda única europea: el euro.
Los problemas, advierten diarios europeos, son serios. No sólo preocupa el enorme desempleo, en el caso español, por ejemplo, sino la situación de la banca española, la que tiene una fundamental presencia en nuestro país. La banca ibérica estaría muy expuesta en el golpeado sector inmobiliario
español, señalan observadores, los que también advierten del impacto en Gran Bretaña por la tenencia de títulos españoles, pero también griegos, portugueses e irlandeses.
Quizá para algunos este escenario es demasiado lejano. Pero no debemos olvidar el grave golpe que ha significado para México y Yucatán la crisis económica mundial, la que nos ha tomado, por decirlo con un eufemismo, desprevenidos.
El próximo Gobierno municipal, así como las finanzas estatales y federales, deberán echar las cuentas con un escenario internacional que podría no ser lo suficientemente propicio para la recuperación económica anhelada y necesitada. Por lo que habrá que ser más competitivos y atractivos para el turismo y las inversiones foráneas. ¿Cómo?; bueno, Mérida debe comenzar a preocuparse por el cuidado del medio ambiente. Para empezar.
La tala sistemática de árboles del tejido urbano nos está convirtiendo en un erial poco atractivo para el turismo. Con cada nueva plaza o con el cambio de uso del suelo los nuevos constructores no respetan a los árboles y demuelen todo a su paso. ¿No hay una normativa que proteja a los árboles? ¿Los árboles centenarios de la ciudad no son patrimonio de los meridanos? Por cada árbol derribado los constructores deberían estar obligados a plantar 20 en camellones y zonas arboladas de Mérida. Pero las autoridades municipales prefieren obras de relumbrón y enfocadas al dios auto, al que dedican sus obras de infraestructura en maratones del cemento. ¿Y si hiciéramos un maratón de reforestación de Mérida? infolliteras@yahoo.com.mx