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Un papa en crisis, en México

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Un papa en crisis, en México

Vaticanerías

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Por Eduardo Lliteras Sentíes.
Benedicto XVI viajará a México. En un inicio se pensó que Yucatán y el sureste podrían ser la meta del primer viaje del pontífice a nuestro país. Pero todo indica que viajará al norte y a Guanajuato en particular, ya que la capital está descartada de antemano por su altitud.
En realidad, no cabe esperar gran cosa del primer, y seguramente único viaje del papa alemán a México, por varias razones. La primera de ellas, es su personalidad y su salud. Como señala en el ilmondodiannibale.it Riccardo  Cristiano, “los viajes del papa Benedicto XVI son menos frecuentes y sobre todo, más breves, mucho más breves de los viajes de Juan Pablo II”.
Según Cristiano, “los problemas de adaptación del papa, un anciano señor muy ligado a sus hábitos cotidianos” y cada día más débil, limitan sus desplazamientos. Cristiano pone de ejemplo el reciente viaje del papa a Benin, en África, donde los organizadores se encontraron con el constante dilema del actual papado: Qué cosa descartar del viaje para hacerlo menos incómodo y enfadoso para Ratzinger. En efecto. En Benín el papa leyó una exhortación contra el esclavismo moderno, pero en lugar de acudir, como habría hecho Wojtyla, al lugar simbólico más importante en la ciudad de Ouidah, prefirió leerla desde una basílica a pocos pasos. La histórica Ouidah fue la puerta de embarque en siglos pasados de muchos de los millones de esclavos negros traficados por los europeos a América y a las Antillas.
En dicha ciudad existe un monumento llamado la Porte du Non retour (la puerta del No retorno) donde eran embarcados los africanos secuestrados por los esclavistas, cuyo destino era morir en alta mar o en alguna plantación en las américas.
Benedicto habló sobre esta puerta, pero en lugar de poner un pie en dicho lugar simbólico, leyó su discurso desde la basílica de la Inmaculada Concepción de María, ubicada a pocos pasos. “Pecado que el papa desaprovechó la oportunidad para visitar brevemente dicho lugar”, señala Riccardo Cristiano.
El mediático Juan Pablo II, habría hecho exactamente lo opuesto.
Este ejemplo, es todo un botón de muestra de la crisis del actual papado.
Así es. En realidad Benedicto XVI no sólo es poco aficionado a los viajes, sino que tampoco gusta de relacionarse ni de conversar con mucha gente. Es decir, vive en su torre de marfil teológica, en los Palacios Vaticanos.
En privado, el papa puede ser definido, “cuando prescinde de su timidez, como un hombre simpático y con sentido del humor” afirma el vaticanista Marco Politi, autor de numerosos libros sobre la materia y quien recientemente publicó en Roma el libro “Joseph Ratzinger, la Crisis de un Papado”, editado por Laterza. A Politi lo conocemos hace muchos años, desde nuestros tiempos de corresponsal en Roma y en el Vaticano, y como explicó durante la presentación de su libro, el papa alemán dijo en alguna ocasión que la iglesia universal no podía ser gobernada como una monarquía. Pero, en la práctica, ni los cardenales ni el Colegio Cardenalicio han sido convocados con la regularidad necesaria ni involucrados en la toma de decisiones transcendentales, explica Politi.
Además, Ratzinger, a diferencia de Wojtyla –quien se reunía con unas 500 personas al año y recibía a dos o tres personas diarias que le transmitían información sobre lo que sucedía en el mundo, dossieres, ideas, peticiones, elementos de información– no recibe a casi nadie, lo que se traduce en un inmenso vacío informativo sobre lo ocurre en el planeta. Y en la Iglesia. Con este vacío se apresta a venir a México. (Continuará)

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