Ante unas cinco mil personas, la diva del bell canto sorprende al agradecer en español  a un público maravillado con su voz y el juego de luces que hizo resplandecer el famoso Castillo

Por Martha Esther López Huan

CHICHEN ITZA, Yucatán, México.- Una aurora boreal  artificial cubrió la zona arqueológica de Chichén Itzá y la magia de nuestros ancestros mayas se empezó a sentir y de pronto… un breve anuncio y surge Sarah Brightman, interpretando “Cuestión de honor”  ante unas cinco mil personas maravilladas por su voz y el juego de luces que hizo resplandecer el Castillo de Chichén Itzá, en el denominado Concierto de la Pirámide.

Aunque no tuvimos el privilegio de una acreditación, mucho menos el acceso a la zona VIP, disfrutamos un espectáculo de primera línea que nos permitió confirmar que el público yucateco es conocedor del arte, que se siente orgulloso de sus raíces, “porque tenemos una de las nuevas maravillas del mundo”.

-Esa gente viene de muy lejos a disfrutar lo que tenemos en casa. Nunca había estado de noche aquí, es hermoso, mágico –indicó un grupo de yucatecos que compartió un área con turistas estadounidenses que aplaudieron cuando la diosa de la ópera agradeció el privilegio de cantar en Chichén.

Ataviada con un vestido rojo que de vez en cuando mostraba tonalidades guinda o se fusionaba con un dorado-rojizo,  la diva del bell canto demostró por qué ha vendido millones de discos en el mundo y mostró el glamour que siempre la envuelve en sus conciertos por el mundo.

La destreza de su director artístico y su contratenor argentino contribuyeron  en mucho para que Sarah Brightman deslumbrara en Chichén Itzá. “Sí deslumbró, pero en honor a la sinceridad,  no como Luciano Pavarotti o Plácido Domingo”, opinaron algunos empleados de Cultur, que tuvieron la oportunidad de experimentar los recitales de esos grandes tenores.