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Entre celos y maravillas: Yucatán y su eclipse solar

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Entre celos y maravillas: Yucatán y su eclipse solar

Por Francisco F. Gamboa

En una cálida mañana de abril, de esas que prometen ser como cualquier otra en los terruños yucatecos, el cielo comenzó a desplegar un espectáculo celestial que nos dejó con la boca abierta a propios y extraños: el tan esperado eclipse solar del 8 de agosto de 2024. ¡Sí! Ese que aparecía en nuestros libros de primaria y que veíamos como algo muy lejano… no obstante, antes de sumergirnos en el relato de este evento astronómico, permítame expresar una emoción que nos embargó a la gente de Yucatán: los celos.

(Foto: Fernando May)

Así es, hay que confesarlo: mientras buena parte del país se preparaba para deleitarse con la majestuosidad de un eclipse total, acontecimiento que no ocurría desde 1991, nosotros en Yucatán (junto con el sur-sureste de México) nos tuvimos que resignar a disfrutar de una versión parcial del fenómeno cósmico. ¿No es irónico que en estas tierras donde el sol es el rey, nos veamos privados de su máximo espectáculo?

¡Pero bueno! Dejemos de lado esos celos mejor centrémonos en lo que realmente importa: el efímero espectáculo que nos brinda el cosmos; por ello, las y los yucatecos salieron a las calles, parques y playas, desde la costa hasta el interior del estado, con sus gafas especiales y sus cámaras listas para capturar cada instante de este evento celestial. Incluso la gente más escéptica no pudo resistirse a la tentación de mirar y maravillarse con el «ballet cósmico» que se desplegaba ante sus ojos.

Por supuesto que, entre las expectativas y la algarabía, no faltaron todo tipo de supersticiones y creencias populares, desde las personas que creían que traería buena suerte hasta las que temían que fuera un presagio de tiempos oscuros. Pero, al final del día, lo único que importaba era la sensación de conexión con algo más grande que nosotros mismos, con la certeza de que estábamos siendo testigos de un fenómeno que trascendía más allá de nuestras vidas cotidianas.

Así que, ¡qué importa que nos haya tocado el xix del eclipse! Tampoco podemos negar que la versión parcial también tiene su hermoso encanto. Ese sol irritante del mediodía se vio momentáneamente eclipsado por la luna y, aunque no se oscureció, sí atenuó la intensidad de la luz como un recordatorio de nuestra pequeñez en la inmensidad del universo.

(Foto: Cristina Woodward)

Es por eso que, gente bonita de Revista Yucatán, mientras el resto del país se regodea en la plenitud del eclipse parcial, recordemos que la verdadera belleza recae en la manera en cómo apreciamos los pequeños momentos de asombro que la vida nos ofrece. Quién sabe, tal vez en el próximo eclipse, la dicha nos sonría desde el cenit y nos conceda el privilegio de experimentarlo en su totalidad. Hasta entonces, sigamos mirando el cosmos con los ojos llenos de asombro y el corazón lleno de gratitud por los pequeños milagros que nos rodean.

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