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Carlos Fuentes sin fronteras

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Carlos Fuentes sin fronteras

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Por José Luis Preciado
Hoy, con motivo del sensible fallecimiento del gran escritor mexicano Carlos Fuentes, comparto este artículo –publicado en Revista Yucatán en enero de 2005– que relata la conversación que sostuve con él a fines de 2004, durante un vuelo del Distrito Federal a Santiago de Chile, donde tuve la fortuna de ser su compañero de asiento:
De la Ciudad de México a Santiago son casi nueve horas. Ese vuelo debió de ser muy cansado para quienes no tuvieron el privilegio de llevar como compañero de viaje al escritor Carlos Fuentes. Lo había visto hacía unos minutos corriendo como todos, rumbo a la sala internacional. Lamenté traer la cámara en el fondo de la maleta, ni modo, será en otra ocasión, pensé. Miles de rostros y voces extrañas, a veces en el mismo idioma se cruzan en un aeropuerto, uno quiere definir el origen, pero se confunde, un acento bien puede ser colombiano, cubano o veracruzano; así como los peruanos, los oaxaqueños y guatemaltecos hablan cantando y con timbre similar. Quien no se pierde es el defeño: “¡Señor! Le hablo a usted, haga fila, este es el vuelo que va para Santiago de Chile.”
Me acerqué al mostrador y elegí el asiento, ventanilla y además andaba de suerte, clase Premier, debido al boleto redondo que compré desde Mérida. Allí lo volví a ver, ya más calmado y haciendo algunos ejercicios de calistenia –un viaje tan largo y sentado entumece el cuerpo–. Metí la mano en la maleta, saqué la cámara y fui a buscarlo:
–Señor Carlos Fuentes ¿Me puedo tomar una foto con usted?
–¡Adelante! –me contestó con la sonrisa de un hombre público predispuesto y siempre asediado, pues sabe que a donde quiera que vaya siempre estará trabajando, en busca de personajes típicos, rústicos, incluso rurales y yo era uno de ellos. Junto a dos tomadas de foto vino la regañada de un guardia rojo que me llamó la atención porque en los aeropuertos y frente al avión está prohibido sacar fotografías.
La puerta 31 por fin se abrió para dar paso al chequeo de boletos y entramos los elegidos del uno al nueve. Carlos Fuentes ocupó el asiento 3B y quien esto escribe el 3A. Pensé “el viaje está pagado, pero… ¿y de qué platico con él? A lo mejor se duerme en mi hombro, lo voy a aburrir ¿cuáles son los títulos de sus libros? A ver rápido, ¡ajá! La muerte de Artemio Cruz, Mis años con Laura Díaz, En esto creo, La silla del águila, Aura… Hay muchos más pero ni le voy a mover, me acuerdo de pocos y seguramente todo el mundo le habla de su obra. ¿Y si lo entrevisto para la radio con la grabadora? No, se romperá el encanto”… en eso estaba cuando Carlos Fuentes me dijo:
–¿No se piensa sentar? Hay varias personas detrás esperando.
Me sacó de la tirantez y sólo atiné a contestarle –3 A, me tocó ventanilla –Allí fui, hombre inculto al asiento 3 A, dele paso a míster equis, señor Carlos Fuentes.
Un avión panza grande de Aeroméxico despegó con más de tres horas de retraso con destino a Santiago de Chile.
Don Carlos Fuentes es un gusto compartir con usted un viaje tan largo, avíseme si le da sueño ¿se duerme en mi hombro, me duermo en el suyo? ¿Quiere silencio o platicamos? Aunque eso de platicar suena a colectivo, mejor lo escucho con atención.
–¿A qué te dedicas? –Me preguntó él primero.
–Vengo de Mérida y soy reportero –le dije –Alguna vez leí de García Márquez que uno no debe ostentarse como periodista, ese es un rango muy superior y son pocos los que llegan a ese nivel.
–Es bueno que piensen así, Gabo y yo somos muy buenos amigos ¿lo sabía usted? También Mario Vargas y otros de esa parte de Sudamérica. De hecho voy a Santiago a la Feria Internacional del Libro, me toca leer un libro que escribí contra Bush, buscando que no llegara la reelección, pero llegó. ¿Y usted a dónde viaja?
–Voy a estar un día en Santiago y cinco en Buenos Aires, me invitaron a un taller del oficio de reportero. ¿Qué pasó? ¿Por qué llegó de nuevo Bush al poder?
–Todos fallamos. Michael Moore, George Soros, varios escritores e intelectuales. No contábamos con el voto de los granjeros y de los patriotas. Aunque usted no lo crea en los Estados Unidos hay demasiada gente ignorante. Con los dedos de una mano le puedo contar las ciudades que se salvan de la quema: Boston, Filadelfia, Nueva York y si acaso algo de Washington, el resto es rural. Por ello el gran acierto de Bush fue apelar a la Biblia, les hizo creer a los votantes que Kerry no creía en Dios. ¿Qué le parece? Y además que el candidato demócrata estaba a favor de las bodas y adopciones de niños entre parejas homosexuales. Es decir, movilizó a toda la fanaticada y ganó. Al final, lo bueno de esto es que sólo será por los últimos cuatro años.
–¿Cómo ve la política mexicana?
–Muy revuelta, complicada como nunca, no se dan acuerdos, no existe el verdadero diálogo, falla la visión de Estado, de país, en este sexenio ya no hay remedio, no habrá sorpresas, salvo el clima de violencia e inseguridad.
–El presidente Fox dice que los mexicanos no lo entendemos, hace poco estuvo en Canadá y declaró que allí sí lo comprenden.
Fuentes soltó la risa. Cuando se repuso, respondió serio:
–Habría que decirle a Fox que él es el presidente de los mexicanos, qué bueno que lo quieran en Canadá, pero gobierna para nosotros.
–Entonces ¿qué fue lo que pasó? ¿En qué parte del camino se nos quedó el presidente?
–Es una lástima, pero él piensa que ya cumplió y puede que tenga razón, sólo es el puente de la transición; pero cuánto pudo haber avanzado, sobre todo el primer año de su gobierno. Ningún presidente había llegado al poder con tanto aprecio nacional, la gente le festejaba todo, le aplaudía todo, ese era el momento de hacer movimientos, tender líneas, mover a la ciudadanía, sacar reformas. Hoy todo se perdió. La gente lo quiere pero no le cree, porque únicamente será el puente ya no el camino, quedará en la memoria histórica como “aquel presidente que sacó al PRI de Los Pinos, nunca como el que le dio rumbo y esperanza al país. Qué lástima.
–¿Y Martha qué papel jugó en esta desviación?
–Martha es la figura central de esa desviación, agarró demasiado poder, movió a mucha gente, dejó solo al presidente y al final también estará en los libros de la historia de este país. Se trata d un sexenio perdido.
Carlos Fuentes duerme poco, platica mucho y estudia con la mirada a quien enfrenta. Mueve las manos con cierta frecuencia para enfatizar sus palabras. Su pelo entrecano y escaso al frente le da marco al rostro serio que se ilumina de vez en vez con una sonrisa. A estas alturas del vuelo y del viaje ya no me importa lo que pienso o digo, platicar con él da una enorme confianza. Hace algunos años lo miré en el Peón Contreras de Mérida. Los reporteros apenas y pudimos preguntarle algo. Hoy hablamos de todo, como dos buenos y viejos amigos…
–¿Mérida qué le parece?
–¿La ciudad?
–La ciudad, sus periódicos, sus medios…
–Conozco poco, en general veo que en México se busca profesionalizar mucho el oficio, hay nuevas generaciones de licenciados en Periodismo y Ciencias de la Comunicación. Ojalá sepan asumir su papel y lo trabajen desde la calle y no desde la oficina. En México hace falta más periodismo de investigación. Yo escribo una columna para Reforma.
–Yo lo leo en el periódico español El País, me llega en Mérida.
Las nueve horas con sus pestañeadas pasaron de volada. Próxima parada Santiago de Chile. Gracias Carlos Fuentes por este vuelo. Procuraré viajar más seguido en vuelos internacionales.
–Que tenga una buena estancia en Santiago, aquí viví cuatro años, no se le olvide tomarse unos buenos tragos del mejor vino del mundo, todo esto con sus respectivos mariscos, son los mejores, sobre todo el salmón –me dijo al tiempo que se colocaba el saco azul. Creo que él ya ni tiene que pasar por las aduanas porque no lo miré haciendo cola. A mí me esperaba una de los policías menos corruptas, pero más estrictas del mundo: Los carabineros. Bush, en vísperas de la APEC, pronto vendría a Chile y no se las pela nadie. Yo tranquilo. Tengo tiempo a mi favor.

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