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Balacera

Por Alejandro Pulido Cayón

Lectores voraces, absténganse. Cierto es que la poesía se bebe de un trago, como la cicuta que tomó Sócrates. Este libro del que hablaré, bien puede leerse en lo que dura un whiskey en las rocas, o un suspiro o una ida al parque. Pero se trata de una colección de poemas, de palabras que percuten directo a las neuronas, que taladran el alma, y que además nos estallan en las manos con un dejo de esperanza, por lo que suplicaría se tomen su tiempo para repasar las páginas de “Balacera”, la más reciente publicación de Armando Alanís Pulido (y conste que no es mi pariente).

balaceraPocas veces la poesía agota sus ediciones. Por ello, es de celebrarse que apenas vio la luz en marzo de este año, la obra de Alanís Pulido tuvo que ser reimpresa al siguiente mes. Publicada en la colección Marginales de Tusquets, “Balacera” es un libro que detona en la conciencia sobre la realidad del país, la violencia esa que nos pringa un día sí y otro también.

El mérito de este poeta oriundo de Nuevo León, radica en la precisión de sus imágenes, la ironía y el sarcasmo con el que nos lleva de la mano por un México cínico, que se desangra y todavía juega a rifarse la vida en un volado. Sobra decir que el ánimo aforístico define a estos poemas. En Héroe nacional (Atínale al precio), por ejemplo, Armando Alanís escribe: “Hay que rebajarse para ser un ser completo”; y acto seguido, afirma en Culpable soy yo, que: “Todo tiene solución en la otra vida”.

Con abundantes detalles sobre el contexto en el que fueron golpeadas las teclas o corrieron los ríos de tinta para darle vida a sus poemas, el autor nos ofrece una visión panorámica del pesar que nos abruma, y que pese a ello se ha incorporado a nuestras vidas con harta naturalidad. Así, la obra está dividida en siete capítulos, a saber: Bala perdida; Casquillos percutidos; Balaceando poetas; Chulas fronteras; Unas líneas; Somos la evidencia; y, A quemarropa.

Destaca de tal división, el apartado de Somos la evidencia. En éste, Armando Alanís Pulido retoma el trabajo que desde la década de los 90 inició en Monterrey, cuando fundó el movimiento “Acción poética”, que, según sus propias palabras, consiste en llevar la poesía a las calles pintando en los muros urbanos frases y versos. Su lema principal es “Sin poesía no hay ciudad”.

Actualmente, se cuentan al menos 30 países que se han sumado a esta iniciativa.

Norteño como es, el poeta hace metáforas en “clave”, por lo que, para los no iniciados en ese lenguaje, incluye apostillas al pie de página para comprenderlas en toda su magnitud. “Es tu brillo imponente la imagen que me recorre”, lanza para luego matizar con el apunte de que se trata del charolazo de la cacha de la pistola. ¡Ajúa!

Breve como lluvia de plomo de mil casquillos percutidos, “Balacera” es un libro que invita a leerse con calma, a repasar una y otra vez sus páginas y encontrar en ellas la evidencia de que, en efecto, sólo el arte nos salvara de nuestra propia barbarie. Es cuanto les cuento.

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