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Manuel Manilla: el inventor de las calacas alegres del Día de Muertos

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Manuel Manilla: el inventor de las calacas alegres del Día de Muertos

A José Guadalupe Posada se le reconoce como el artista responsable de las alegres calaveras vivientes que representan la celebración del Día de Muertos en México. Sin embargo, se olvida que antes de él, el grabador Manuel Manilla comenzó con esta tradición gráfica.

La razón por la que Posada ganó notoriedad y Manilla fue olvidado no está completamente clara, pero se sugiere que los esqueletos caricaturizados de Posada fueron popularizados en las pinturas de Diego Rivera, como en «Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central».

Además, la difusa biografía de Manuel Manilla, incluyendo su lugar y fecha de nacimiento, contribuyó a su relegación. Aunque se cree que nació en Ciudad de México en 1830, no hay certeza al respecto.

No se tienen datos sobre sus padres, hermanos u otros parientes, y lo único que se sabe con cierta exactitud es que falleció en 1895 a causa de tifus.

Manuel Manilla ilustró al México barrial

Sus primeros grabados aparecieron en 1873 en la publicación «La edad feliz», mostrando trazos algo toscos que indican que no había mucho tiempo que había comenzado a utilizar el buril. A pesar de su falta de técnica europea, Manilla destacó al plasmar el México barrial en sus dibujos.

Se dice que sus dibujos anticiparon la Revolución Mexicana al retratar figuras como charros a caballo, prefigurando a Emiliano Zapata. Su trabajo ha sido llamado un «socialismo ilustrado».

Manilla llega al taller de Antonio Vanegas Arroyo y conoce a Posada

Manilla también realizó grabados para anuncios y volantes de pequeños y medianos comercios. Sus ilustraciones para El Globo, Vinos y Licores Importados y La Botita Elegante, entre otros, aún se conservan en algunas colecciones.

Trabajó como ilustrador en la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, donde también laboraba José Guadalupe Posada, quien vio por primera vez las calaveras festivas de Manilla.

“Calaveritas del amor”

Los primeros esqueletos alegres de Manilla aparecieron en un poemario llamado «Calaveritas del amor», donde estos personajes esqueléticos acompañaban a personas afligidas por la vida, el desamor y las pasiones.

Estos primeros dibujos se convirtieron en elementos recurrentes en la celebración del Día de Muertos. La gente se los pasaba de mano en mano y de boca en boca. La producción de los esqueletos de Manilla continuó por varios años, y Posada retomó sus ilustraciones para crear su propia obra. Sin embargo, fueron las calacas de este último las que cobraron más notoriedad; sin embargo no hay indicios de que en su momento, hubiera existido rivalidad entre ambos.

Con información de México Desconocido

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