Por Eduardo Lliteras Sentíes.
Paz. En Mérida ondea la bandera de la paz traída por las Naciones Unidas a territorio yucateco. Este gesto no nos debe pasar desapercibido. En la paz, todo florece, en la guerra, todo se pierde, hasta lo más íntimo de humano que tenemos. Demasiada sangre ha sido derramada en la historia humana como para que no sepamos el valor incalculable de la paz. El terror de la historia, la guerra, ha devastado a demasiados pueblos, sus campos y ciudades dejando
cicatrices que todavía hoy marcan su cultura y vida cotidiana. Es fundamental no olvidarlo. Sólo quienes tienen escasa memoria o simplemente no tienen idea de lo que hablan pueden invocar a la guerra con propósitos oscuros e intereses particulares que no tienen nada que ver con el beneficio común.
Precisamente las Naciones Unidas surgieron con el propósito de evitar que la guerra sea el camino para resolver los diferendos entre los pueblos. Sin embargo, hoy el planeta padece numerosos conflictos en los que además mueren civiles, los que en primer lugar se ven afectados por las guerras. El comercio de armamento, es uno de los negocios más lucrativos y la maquinaria de guerra vomita cada año millones de armas de todo tipo que acaban en calles y ciudades
de los países del sur del mundo, entre ellos, México. Porque además ahora, la violencia se ha apoderado de nuestras calles y llevado la muerte de las trincheras a nuestras ciudades, plazas y hogares.
La bandera de la paz ondea en Mérida. No debemos olvidar, lo que significa.