Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Al rescate de mi vieja colección de revistas MAD

Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Al rescate de mi vieja colección de revistas MAD

CULTURA

Mad Súperman

Por Alejandro Pulido.

Semana llena de lluvias, con un clima lo que se dice tequilero, para meterse a la casa, abrazar a la pareja y tirarse a la lectura y la buena comida y el gozoso disfrute del cine, en franca actitud de sibarita; eso es lo que trae de bueno el súbito cambio atmosférico.

Inmerso en esa ociosidad, y cansado de arrancarme los pellejitos de las manos, fastidiado de las series televisivas repetidas a lo largo de mañana y tarde, sin más cosas a qué dedicarme, tomé la inevitable decisión de ordenar mis colecciones de revistas.

Fue entonces que, al abrir viejos ejemplares de MAD, me percaté de la irrefutable genialidad del dibujante de origen mexicano Sergio Quesadas, quien hace de la pluma un arma mordaz.

Confieso que hace rato dejé de comprar la publicación, además de que tenía meses, cuando no y años, de que el altero de revistas se encontraba arrumbado en una caja del rincón nororiental de la casa, y ya le empezaba a correr un camino de moho.

Redescubrir el trabajo de Quesadas, alivianó las pesadas horas dedicadas al disfrute pleno del «mal del caviar», pues la irónica forma que el artista tiene al tratar los iconos de la actual cultura «pop», hizo que me deschavetara, que me wishara, literalmente, de la risa.

Además, al hojear sistemáticamente las historias ahí presentadas, recordé por qué era asiduo comprador y lector de MAD.

Resulta que cada estreno cinematográfico, cada serie televisiva, cada personaje emergente en los medios audiovisuales, servía y sirve de pretexto para erigir las críticas más despiadadas a los defectos sociales que nos embargan.

Así, observé con harto placer el manejo político, a través de comentarios soeces, que hicieron los escritores e ilustradores de la revista con el trastoque de los diálogos de cintas y series como Batman Eternamente, Los Expedientes Secretos X, y las antiquísimas Cocoon y Hawaii 5-0, por citar sólo las más risibles.

Pues sí, en los globitos que aparecen por encima de los caracteres, la inclemente autoburla por el trabajo, se une a fragmentos discursivos sobre la situación que en ese momento atravesaba México (sí, porque resulta que sólo compraba MAD en español).

Con el transcurrir progresivo de los números editados, me percaté sobre los puntos más incómodos de los gobernantes, que eran satirizados en hábiles metáforas, alusivas a diferentes coyunturas o verdades dolorosas que necesitaban catalizarse a través del humor.

Así, en los ejemplares de hace 15 años, las referencias la subcomandante Marcos eran frecuentes, y ponían al descubierto sentimientos que podían llamarse de «amor-odio» hacia la figura del líder guerrillero; y resulta que en los más recientes números, los desatinos exaltados corresponden al sexenio del presidente Vicente Fox Quesada (vaya ironía para uno de los mejores colaboradores de la revista, que se salva gracias a la última consonante).

Revisar, catalogar y rescatar esa colección, me hizo plantearme, seriamente, la necesidad de revisar cierto preceptos culturales, que hacen considerar que lo popular, lo cotidiano, aquello que por trivial o hasta comercial llegamos a despreciar, bien merece un sitio en el librero, junto a tomos como La Divina Comedia, de Dante, o Rojo y Negro, de Sthendal, porque finalmente, se trata de productos de la creatividad humana.

revistamad4

 


Facebook
Twitter
LinkedIn