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¿“Mexicanos servidores de nuestra Patria o la Humanidad”?

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¿“Mexicanos servidores de nuestra Patria o la Humanidad”?

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Por Carmen Garay.

Del cielo a la tierra, es la diferencia de la estatura política de quienes integran actualmente el Congreso de la Unión. Por un lado, en la Cámara de Diputados nos llevan a pensar que “Cámara Baja” es el nombre que obedece a la toma de tribuna, jaloneos, mentadas de madre, inasistencias y sesiones canceladas que se vuelven parte de nuestra dieta mediática.

Y sin embargo, salió. Con retrasos y trozos de todas partes está armado ya el Frankenstein de la Ley de Ingresos para 2010, y como al monstruo de Mary Shelley, su padre lo desconoce. Pero aún no ¡vive! El proceso legislativo NO ha terminado y todo parece indicar que está puesto el escenario para que el botín político y el costo mediático respectivo se redistribuyan de otra manera.

En el Senado, las figuras políticas tienen otro talante y prueba de ello es la sesión que tuvo lugar durante la entrega post mortem de la medalla “Belisario Domínguez” a Antonio Ortiz Mena, el padre, ese sí, del llamado desarrollo estabilizador de la década de los sesenta… el siglo pasado. La más alta distinción reservada a “Mexicanos servidores de nuestra Patria o la Humanidad”.

Mientras los diputados se insultaban como verduleros, la Cámara Alta rindió honor a su nombre en una tribuna que contó con la presencia del Presidente de la República (panista), sentado luego de efusivo saludo al lado de Carlos Navarrete, líder de la fracción perredista, para escuchar como orador principal a Manlio Fabio Beltrones, coordinador de los priístas.

Lo que ocurrió en el Senado, no mereció más atención de los medios de comunicación, proclives al espectáculo-reyerta, pero en medio del clima de exasperación que vivimos, la verdadera nota estuvo precisamente ahí. Me atrevo a decir que en el Senado,  la revisión del paquetazo de impuestos que armaron de madrugada y como muégano los diputados, sacará a relucir los verdaderos liderazgos políticos en México.

Mas aún, tengo la convicción que seremos testigos de una verdadera esgrima política, con civilidad, con respeto y sentido de responsabilidad no sólo partidista, sino histórica. En el Senado resuenan todavía las palabras del llamado “discurso suicida” de Belisario Domínguez, el 23 de septiembre de 1913: “Sin embargo, señores, un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la Representación Nacional y la Patria está salvada y volverá a florecer más grande, más unida y más hermosa que nunca.”

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