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Se los dije

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Se los dije

Era algo tan evidente que decirles: «se los dije», resulta chabacano, hasta ramplón. Los espacios en las redes sociales virtuales empiezan a llenarse con propaganda política, memes para denostar a uno u otro candidato, vídeos que reviven viejos escándalos y demás linduras de la guerra sucia. Así está la contienda: a nivel de suelo, llena de tierra.
En general, la clase política sufre de paranoia al revés: creen que todos los persiguen porque los quieren, adoran e idolatran. La dura realidad, valga la paradoja, se está evidenciando en las expresiones virtuales de burla que ya circulan en Facebook, Twitter y Secret, por citar algunos medios sociales.
Eso resulta por demás interesante si consideramos que el grueso del electorado, jóvenes entre 18 y treintaypocos años, se informan principalmente a través de las redes sociales. La propaganda negativa, o de «contraste» como la llaman, les llega directo a sus dispositivos móviles. Así, las campañas territoriales sufren importantes mermas. Lo que un candidato logra casa por casa, se pierde con un video que se viraliza.
Todavía la semana pasada hubo un intento fallido por machacar a los panistas en Twitter. Desde las redes priistas se posicionó un TT sobre los presuntos cobros ilegales de los blanquiazules en el gobierno. Los ataques hacia «los mochos que piden su moche» estuvieron fuertes, hasta que se revirtió contra los tricolores, a quienes reclamaron asuntos como el de la Casa Blanca, entre otros.
Llama la atención un vídeo en el que se dan 10 razones para no votar por el PRI en Mérida. El audiovisual retoma imágenes y hechos ocurridos hace más de tres años. El Paso Deprimido, el Shakirazo, la supuesta utilización de programas gubernamentales a favor de un candidato y otras bellezas similares, forman parte de ese discurso de desprestigio. Bueno, dice uno, así es el negocio de las campañas.
A estas alturas del partido, debemos reconocerlo, ya casi nada nos sorprende de la clase política. Aseguran que ahora sí, que esta vez va en serio, que quieren escucharnos y toman nota. Se muestran como adalides de la transparencia y revelan, a medias, cuál es su patrimonio. Sus boletines les hacen parecer como las personas más nobles y admirables del mundo. Y sin embargo, las redes sociales se han vuelto escenario para dimensionales en su verdadera proporción.
Lo único lamentable, es que la sorna hacia los candidatos está promovida por sus rivales. Lo verdaderamente triste es que la ciudadanía, sobre todo en las redes sociales, hace de comparsa involuntaria en esa guerra sucia cuando comparte la información para desprestigio, sólo porque -de verdad- es chistosa.
Existirán otras lecturas al respecto, ni duda tengo. Por el momento, pienso que la singular alegría con la que se viralizan esos contenidos se debe a que, en el fondo, expresan un deseo colectivo por burlarse de quienes, a final de cuentas, terminarán gobernándonos. He ahí la tragicomedia de nosotros los mexicanos.

Por Alejando Pulido Cayón
En Twiter: @alexpulidocayon

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