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Le hacen al teatro

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Le hacen al teatro

240913bacantes-cholul-lowPor Eduardo Lliteras Santiés

El sábado pasado dije en el programa radiofónico Agenda Fórmula (que se transmite en vivo los sábados de 7 a 10 am por el 94.5 FM) que había desnudos integrales en una obra de teatro, “Las Bacantes”, que la compañía La Rendija, presentó durante tres días en la comisaría de Cholul. Dije desnudos integrales, a título informativo, para que el público que quisiera verla, estuviera informado sobre el tema y luego no resultara que hubiera alguien, que quizá, pudiera sentirse “ofendido” y como en realidad ocurrió, como pude saber, pero eso ya es harina de otro costal. En ningún momento me rasgué vestiduras, llamé a una cruzada moralista o convoqué a las beatas del Santo Espíritu, a cubrir las partes pudendas de los actores, como hiciera Daniele da Volterra (pintor renacentista) con las pinturas del Juicio Final de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

Pero bueno, volviendo al tema del programa en efecto, hubo otras apreciaciones, que ya no fueron las mías, las cuales fueron vertidas por compañeros que conocen de la materia teatral, en la que precisamente laboran, con plena autoridad. Yo, además, posteriormente, he señalado que el foro, lo reitero, no era el adecuado: un foro abierto, en un parque público, en el horario en el que están jugando niños y menores.

Me refiero a los bajos de la comisaría de Cholul. Además, el viernes que acudí, había rejas, pero no habían sido colocadas, como se hizo, en la última función del domingo, en la que se amplió “el cerco sanitario” y se llegó al extremo, de inclusive llevar guaruras al evento, para impedir el paso.

Dichas rejas o vallas, el viernes, no impedían el tráfico, el paso de gente, de niños, ya sea en bici o a bordo de autos con sus padres, por la calle, a escasa distancia de donde se desarrollaban las escenas, que incluyen un coito anal con una botella. Esto lo señalé. Y lo vuelvo a reiterar. Los menores de edad no debían tener acceso a dichos argumentos. Y no tienen por qué, dada su edad. Es de Perogrullo, de elemental discernimiento, de sentido común ¡Vaya!

Quien me conoce, sabe que no soy Savonarola. Ni la Inquisición rediviva. Da hasta risa, ya que si algo me ha distinguido ha sido la defensa de desnudos en expresiones artísticas, en obras de arte, particularmente aquellas que cuestionan dogmas religiosos, en diversas partes del mundo. Eso sí. Siempre he procurado poner énfasis en el respeto del menor, y denunciar cualquier abuso, como ocurrió en los últimos años con mi publicación, incesante, de las violaciones de menores por parte de sacerdotes católicos, tema que me valió censura, acoso, presiones y hasta pérdida de trabajo.

Sin alejarme más del tema de la comisaría de Cholul, puntualizo que no he hecho, ni hago, valoraciones de la obra. Que también podría realizar. Si bien no es mi tema habitual, el arte y la creación artística no me son ajenos. Por el contrario. En mi labor periodística a lo largo de muchos años en el extranjero –y también durante mi formación académica- he tenido acceso a expresiones de toda índole, para mi fortuna, que me gustaría pudieran ser accesibles a más público en Yucatán. En Cholul. Soy amante de las artes, y respeto a sus creadores. Pero lo que ocurrió en Cholul, fue un error, engrandecido por la soberbia y torpeza de algunos, incluidos funcionarios municipales. No faltaron personajes del medio, de los que ni vale la pena hablar, más allá de que cobran en la Secretaría de Cultura del Estado, sin laborar. Y creen tener patente de corso para vilipendiar o agredir el derecho a informar.

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El tema continuó alentado por quienes se negaron a asumir su error y desataron una cacería de brujas contra los mensajeros. Contra los periodistas de Agenda Fórmula, por haberse atrevido a cuestionar al Olimpo local. A sus dioses de pies de barro. Al gallinero “artístico” que nunca se equivoca, que todo lo sabe, que es incuestionable. Y que, claro está, tiene en sus manos la absoluta verdad por ser “culta”, “viajada”, hasta con algún título obtenido en el extranjero.

En el paroxismo de su ignorancia nos tildaron de “mochos”, “racistas”, “censores” y cuanto epíteto les vino a sus mentes de escasos recursos. Ciudades como Barcelona o San Francisco, han optado por prohibir, por ejemplo, el nudismo integral o parcial, en sus calles. Es tema a debate, digo, nadie tiene la verdad absoluta al respecto. Ni a mí me molesta ver a una mujer en pelotas o a un varón. Pero también entiendo el rechazo al fundamentalismo nudista de algunos sectores. El otro extremo, que se toca con los promotores del nudismo a ultranza, son aquéllos que buscan imponer el uso del burka hasta en los pasaportes y en las escuelas. Imposición que ha sido rechazada, con inteligencia, por la laica Francia. Los fundamentalismos, de donde vengan, deben ser rechazados.

Por último, recuerdo el caso, también reciente y acontecido en Yucatán, de la publicación en un medio local del desnudo integral de una adolescente de Progreso. Cuyas fotos personales fueron filtradas a algunos medios aviesamente. Se quiso hacer escarnio de la joven menor de edad y se desató hasta la protesta social. Piedras fueron arrojadas contra la fachada de un medio.

Como se ve, es evidente que hace falta mayor atención al tema, por parte de la sociedad yucateca, en su conjunto.

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