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Igapó, el bosque de agua

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Igapó, el bosque de agua

Cubiertos de agua hasta diez meses al año, estos bosques albergan una valiosa muestra de la biodiversidad amazónica.

Los bosques de igapó son típicos de la Amazonía y permanecen inundados la mayor parte del año (hasta diez meses en ciertas áreas). Esta característica los diferencia de otros tipos de bosque de la región: los de tierra firme y los de la llanura aluvial, que también se inundan según los flujos y reflujos de los ríos. Por eso, el igapó es el hogar de animales que adoptan un estilo de vida arbóreo y semiacuático. La vegetación también es específica, árboles como los ayahuma – también conocidos como taparón o bala de cañón (Couroupita guianensis) – y los arapari (Macrolobium acaciifolium) pueden sumergirse incluso cerca de sus copas.

Siguiendo el pulso de las inundaciones del río Amazonas y sus afluentes, las aguas se elevan a 10 metros entre diciembre y junio, cuando las inundaciones alcanzan su punto máximo.

“El mundo del igapó combina la belleza de los bosques de tierra firme con el misterio acuático y anfibio de los ríos”, define el investigador Michael Goulding en su libro História Natural dos Rios Amazônicos (Historia natural de los ríos amazónicos, en traducción libre al español). “Es la respuesta armoniosa de la naturaleza a la unión entre la vida acuática y la terrestre, el hábitat donde conviven e interactúan los principales tipos de vida”.

La previsibilidad del ciclo anual de lluvias en la Amazonía ha permitido que los animales y las personas se adaptaran a lo largo de los siglos a los ecosistemas tropicales, pero el cambio climático y las actividades humanas (la minería, la deforestación, las represas hidroeléctricas, entre otras) son una amenaza creciente para el medio ambiente y la forma de vida en la cuenca hidrográfica más grande del planeta.

Entre todos los árboles de los humedales, el coco de mono (Eschweilera tenuifolia) es el que alcanza la edad más avanzada, hay registros de especímenes de más de 800 años. También es el único que soporta hasta 9 metros bajo el agua.

La harpía (Harpia harpyja) es el ave de rapiña más grande de Brasil y anida en árboles altos en bosques de secano, pero va al igapó para cazar presas como los perezosos de dos dedos de Linnaeus, monos capuchinos, iguanas y serpientes.

El guacamayo rojo (Ara chloropterus) utiliza los igapós para pasar la noche y alimentarse: las semillas de palma son sus alimentos codiciados. Cuando bajan las aguas, se ven bandadas en el suelo, en las orillas o en las rocas.

Las aves consideradas silvestres, que no son acuáticas, utilizan la vegetación de los igapós como refugio, fuente de alimento y lugar para nidos. Una de ellas es la choca cenicienta o batará ceniciento (Thamnophilus nigrocinereus), que solo vive en los humedales.

El hoacin o hoatzin (Ofistocomus hoazin), el ave tropical más emblemática en la Amazonía, hace sus nidos en las ramas cercanas al agua. Es un poco torpe, se mueve lentamente y tiene un vuelo pesado y ruidoso.

A pesar de moverse lentamente entre los árboles, el perezoso de dos dedos de Linnaeus (Choloepus didactylus) es un excelente nadador y no duda en recorrer distancias cortas para conseguir comida. Entre los mamíferos del igapó, es el que mejor evolucionó para el consumo de hojas.

En áreas inundables, el jaguar (Panthera onca, conocido también en la región como yaguar o yaguareté) adopta un comportamiento peculiar: el gran felino pasa hasta un tercio de su vida en la copa de los árboles, donde caza (por ejemplo, peces tambaquí o pacú negro) y se reproduce.

Cuando el lagarto caimán o iguana cabeza roja (Dracaena guianensis) percibe algún peligro, salta de los árboles y cae al agua para escapar. Su larga cola reduce la caída y le ayuda a mantener el equilibrio.

El puercoespín arborícola (Coendou prehensilis) solo existe en la llanura aluvial y en los bosques de igapó. Trepa con facilidad a los árboles y se alimenta principalmente de hojas y frutos.

Solo el 13 por ciento de las especies de aves en ambientes inundados es de aves acuáticas. Una de ellas es la aninga americana (Anhinga anhinga), que explota en el igapó durante la época de inundaciones. Para atrapar a su presa, bucea y queda completamente sumergida.

Hay 32 especies de ranas de árbol del género Phyllomedusa. Tienen glándulas externas, el primer dedo más largo que el segundo y no presentan membranas entre los dedos. Ponen los huevos en la superficie del agua, dentro de una hoja.

El lobo gargantilla (Pteronura brasiliensis, también conocido como nutria gigante o ariray) es la especie de nutria más grande – mide hasta 1,8 metros – y también la menos terrestre. Estos animales permanecen en los arroyos y, durante la época de inundaciones, frecuentan los bosques de igapó en busca de alimento.

La especie de tortuga más común en Sudamérica, la terecay o taricaya (Podocnemis unifilis) pone sus huevos en sustrato arenoso, pendientes poco profundas, a orillas de lagos o en medio de la vegetación.

Los igapós surgen en ríos de aguas claras y negras, caracterizados por su acidez y gran cantidad de materia orgánica. En cambio, las llanuras aluviales predominan en ríos de aguas blancas, ricas en sedimentos que nutren el suelo.

Las marsopas son los principales depredadores acuáticos de los ríos amazónicos. El delfín rosado (Inia geoffrensis), personaje del imaginario popular ribereño, se encuentra en riesgo por su captura ilegal para servir de cebo al pacú panza roja.

Procedente de eras geológicas antiguas, el pez pulmonado (Lepidosiren paradoxa) es “el superviviente de agua dulce más admirable de la Tierra”, dice Michael Goulding. En la sequía, se hunde en el lodo y respira a través de su vejiga natatoria, que le sirve de pulmón.

Depredador voraz, el tucunaré (Cichla spp) prefiere entornos de aguas tranquilas como lagos y remansos. La especie se encuentra entre las más buscadas por la pesca deportiva.

El manatí del Amazonas (Trichechus inungui) es el animal más grande del bioma, alcanza hasta tres metros de largo y puede pesar 500 kilogramos. La especie se alimenta principalmente de plantas superiores como los pastos acuáticos.

La arawana plateada o arawana amazónica (Osteoglossum bicirrhosum) es una especie de pez que se alimenta principalmente de insectos y arañas. Salta del agua en busca de presas en las ramas y enredaderas; entre los habitantes de las riberas, se ganó el apodo de «mono de agua» o «pez mono».

Más común en los lagos de llanuras aluviales, el caimán negro (Melanosuchus niger) se dispersa por el igapó durante los meses de inundación. Este enorme reptil permanece en grupos y se alimenta de cualquier animal que pueda capturar, vivo o muerto.

Uno de los peces con escamas más grandes de Brasil, el cachama negra (Colossoma macropomum, también conocido como cherna, gamitana, tambaquí o pacú negro) puede alcanzar más de 1 metro y pesar 30 kilogramos. Cuando entra al igapó, nada entre los árboles hasta encontrar las semillas y los frutos de los que se alimenta.

Con un alto valor de mercado, la tetra cardenal (Paracheirodon axelrodi) es uno de los peces ornamentales más codiciados del Amazonas. Es un ícono de las aguas negras de la cuenca del Río Negro.

El ciclo del agua determina la vida cotidiana de los habitantes ribereños. La densidad de población en los igapós es menor que en las llanuras aluviales, donde las condiciones naturales son más favorables para la agricultura, la ganadería y el extractivismo.

Después de cubrirse con polen dentro de una flor, donde pasan la noche, los escarabajos vuelan a otra flor y la polinizan. “Los escarabajos forman parte del grupo de animales más diverso del planeta”, dice el investigador Filipe França, de la Red Amazonia Sostenible.

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