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¡ÉSA NO SOY YO!

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¡ÉSA NO SOY YO!

Lo juro

Por Silvia Zavala Arce

La mayoría se resigna…

No soy la única, ¡somos muchísimas! las personas que hemos sido víctimas de las gaseras; ese producto de consumo básico con el que las compañías dan el lujo de negarse a cambiar un cilindro vacío por uno lleno.

 – Lo siento, pero no puedo darle el servicio, su cilindro está malo por debajo.
 – ¡Pero ustedes me lo surtieron! Aquí está mi recibo.
 – Ahora le tomo una foto y se lo envío al supervisor. Mañana nos habla y le resolvemos.
 – Está bien. Ni modo. Mañana les hablo… gracias.

Al otro día, les marqué un sinnúmero de veces y me contestaba una amable grabadora, pero nunca un humano; es sábado 31 de diciembre, han de estar muy apurados, mejor el lunes, pensé.

Llegó el lunes y la amable grabadora seguía respondiendo mis llamadas. Mi número telefónico lo tienen registrado, ¿será que no me quieran atender? Entonces, le pedí a mi hija que les marcara desde su número y, ¿qué creen?, prácticamente enseguida contestó una señorita; le expliqué mi caso, lo que me dijo el joven repartidor y de la foto a mi recibo, sin embargo, ella me pidió los datos del recibo y el número que aparece en el plástico que envuelve la llave cuando te instalan el tanque.

 – Pero si el plástico lo rompen cuando lo instalan… pero, ¡espéreme!, voy al patio a ver lo queda.
   Había restos del plástico sin ningún número…
 – ¿Bueno? ¿Bueno? ¡Señorita! ¿Bueno, señorita?
   Había colgado.

Mi hija volvió a marcar, casi de inmediato me atendió otra señorita, volví a explicar mi caso, a dar los datos, y decirle que en el resto del plástico no había ningún número.

 – Lo siento, pero su recibo tiene más de tres meses y ya no está vigente.
 – Solo dos personas vivimos en la casa, prácticamente no cocinamos ni tenemos boiler, por eso nos dura meses el cilindro; además, en el recibo en ningún lado dice que la vigencia es de tres meses.
 – Es política interna
 – El recibo está obligado a traer esa advertencia, porque es un compromiso entre empresa y cliente.
 – Lo siento, son políticas internas. Además, en el recibo dice que tiene dos días de garantía, se debió quejar en ese lapso.
 – ¿Y de qué me iba a quejar? Si el cilindro trabajó bien.
 – Usted está obligada a revisar el cilindro que le dejaron.
 – Bueno, yo confío que me está dando servicio una empresa profesional, responsable, honesta. Soy una persona mayor que no puedo estar volteando el cilindro, supongo y creo que el joven repartidor no descuida algo tan importante como la seguridad de sus clientes ante un producto de alto riesgo.
 – Insisto, es su responsabilidad el revisar el cilindro, no nuestra.

Y, sin que yo me diera cuenta…
 – &%#7”!*)(&%#”*/&%#”*)(&#$”/#*%”#$%&/*”#$%&/*”#$%&/* usted y la empresa.
Respondí y colgué.

Pasados los minutos:

 – ¡Dios mío, perdón! ¡Yo no soy así! ¡Qué vergüenza!
 – Así le pasó a mi mamá, tuve que intervenir y terminé también maldiciéndoles, me comentó una persona.
 – ¿Y qué hiciste?
 – Les compré un tanque nuevo.

No es correcto esto que nos están haciendo. Acudí a la PROFECO e interpuse mi denuncia; la persona que me atendió me dio cita para dos semanas, hay exceso de quejas, siempre sucede esto después de las fiestas decembrinas. 

¡Tengo esperanzas! Mientras, el poquito de gas que me queda del otro cilindro lo cuido como oro.

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