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¿Por qué son importantes los cielos oscuros?

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¿Por qué son importantes los cielos oscuros?

La contaminación lumínica ocasiona problemas de salud, económicos y ambientales.

Sin lugar a duda, la luz eléctrica es parte importante de nuestra vida cotidiana. Sin ella es difícil trabajar, viajar, leer en la oscuridad, entre otras muchas cosas. Pero la luz eléctrica no solo nos ofrece ventajas, también tiene algunas consecuencias negativas.

Según un estudio publicado en 2016 que utiliza datos de satélite y medidas de luminosidad en el cielo, una de cada tres personas vive en lugares donde es imposible observar la Vía Láctea. 

Muchas personas nunca han contemplado un cielo cubierto de estrellas en la noche. Y es que, actualmente, existe un exceso de luz artificial, especialmente en las ciudades, que nos impide observar los cielos estrellados y sus astros. Este es un problema que se nació durante el siglo pasado a la par de la revolución industrial, pero que en las últimas décadas se ha incrementado exponencialmente, asegura el doctor Fernando Ávila Castro, investigador del Instituto de Astronomía de la UNAM.

Agrega que este fenómeno fue detectado inicialmente por los astrónomos, ya que el cielo oscuro es imprescindible para realizar su trabajo y observar objetos celestes débiles o distantes.

Pero en las últimas décadas, otros profesionales como los biólogos y médicos han encontrado que el exceso de luz durante la noche altera el ritmo circadiano, es decir, el reloj interno que tenemos todos los seres vivos (microbios, plantas, animales, incluido el ser humano) y que regula muchas de nuestras conductas, por ejemplo, dormir, comer, migraciones, floración, entre otras muchas.

El día y la noche

Hay que recordar que la vida ha evolucionado en nuestro planeta con los ciclos naturales de luz y oscuridad, dice Fernando; es decir, luz en el día, oscuridad en la noche, días largos en el verano y cortos en invierno.

En los humanos las funciones biológicas, desde el sueño hasta la secreción de hormonas, la regeneración de células o la actividad cerebral, están relacionadas con el día y la noche. También los ciclos de luz le señalan a algunos animales cuando es momento de emigrar o cuando es momento de reproducirse, entre otras muchas funciones.

En las personas esto sucede debido a que en nuestro cerebro existen receptores, que relacionan el color azul cielo con el día, con la luz del sol, con nuestra actividad diurna y la necesidad de responder y actuar.

En el atardecer, cuando la luz natural disminuye y parecen los tonos naranja, ocres o rojizos, estos receptores dejan de ser estimulados y el cerebro lo interpreta como que es hora de descansar y produce una hormona, conocida como melatonina que, entre otros procesos, induce el sueño profundo y reparador.

Exceso de luz artificial

Actualmente, con el crecimiento de las ciudades se ha incrementado el uso de la luz artificial. El exceso de este tipo de iluminación es la causa de que mucha gente nunca haya visto el cielo estrellado durante la noche, es decir, se ha convertido en una contaminación visual.

Este problema se ha incrementado con el uso de lámparas LED y lámparas fluorescentes compactas. Y aunque el consumo energético de este tipo de lámparas es más eficiente que las que se utilizaban antes, tienen la desventaja de que los LEDs utilizados para uso doméstico, iluminar exteriores, anuncios espectaculares, así como los de las pantallas de computadora, televisores, teléfonos celulares y otros dispositivos electrónicos, emiten luz azul en grandes cantidades, que aunque es de intensidad menor que la del sol, es suficiente para inhibir la producción de melatonina y por lo tanto, alteraciones en el ciclo del sueño.

Este efecto tiene relación con diferentes consecuencias que van desde el insomnio, cansancio, diabetes y obesidad hasta la depresión y después un tiempo puede ser un factor en la aparición de algunos tipos de cáncer.

Pero el exceso de iluminación artificial en la noche no solo perjudica a los seres humanos, también tiene consecuencias para el medio ambiente.

Por un lado, el exceso que este tipo luz ocasiona alteraciones en los hábitos de alimentación y reproducción de muchas especies animales que dependen de sus hábitos nocturnos para vivir.

También causa problemas en las conductas, por ejemplo, que las aves emigren demasiado pronto o demasiado tarde, por mencionar algunas. Por otro lado, agrega el astrónomo, genera un gasto excesivo de energía en las ciudades, lo que contribuye al cambio climático.

La ley del cielo

Las primeras acciones en nuestro país para proteger el cielo de la contaminación lumínica se realizaron en Baja California en el año 1975.

Esto fue con el propósito conservar el cielo oscuro y así proteger las actividades del Observatorio Astronómico Nacional ubicado en la sierra de San Pedro Mártir en Baja California.

Este lugar es considerado uno de los mejores lugares del mundo para la observación astronómica y empezaba a estar en peligro ante la contaminación lumínica ocasionada por el crecimiento de la mancha urbana. Por lo que, las autoridades del observatorio gestionaron con el municipio de Ensenada el establecimiento de una Ley del Cielo que garantizará la protección del cielo oscuro en las inmediaciones al Observatorio.

Después de varios años, esta iniciativa se fue extendiendo por todo el estado de Baja California. Con ella, se promovió la instalación paulatina de lámparas de vapor de sodio y cubiertas superiores que dirijan el alumbrado hacia abajo y disminuyan el consumo de energía.

En la última década, distintos especialistas están trabajado para reducir a nivel nacional el exceso de iluminación artificial por las noches, especialmente la rica en color azul, y así mejorar la calidad de vida de los seres vivos.

Para discutir y buscar soluciones a este problema, en el año 2016, se realizó en la Ciudad de México un congreso relacionado con la protección de los cielos oscuros organizado por la Unesco y la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otras importantes instituciones.

Una de las resoluciones de esta reunión fue la de promover una ley que limite el exceso de iluminación artificial por las noches, es decir, prevenir y disminuir la contaminación lumínica, explica el doctor Ávila Castro.

Esta ley fue promulgada en 2021, por lo que desde entonces se comenzó a trabajar con la Secretaria de Energía (SE) y la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) para definir parámetros como la cantidad de luz (por ejemplo, una zona comercial turística no requiere el mismo tipo de iluminación que una zona residencial), rango, niveles lugares y zonas protegidas (reservas ecológicas, observatorios astronómicos, etc.) entre otros rubros.

Para esto, se está trabajando con ambas secretarias una nueva norma oficial mexicana donde se establezcan zonificaciones de acuerdo con el nivel de protección que se necesita y se establezcan las características técnicas del tipo de iluminación exterior.

El especialista afirma que para la implementación de esta legislación se ha establecido un plazo de 10 años para ir cambiando de manera gradual el tipo de iluminación.

En este momento, se está trabajando sobre la propuesta de cómo zonificar y cuáles deben de ser los niveles de iluminación y el tipo de iluminación.

La idea es disminuir el nivel de luz azul y utilizar tonos más cálidos durante la noche amigables con la vida silvestre y la salud humana. Así, con un mejor tipo de alumbrado y utilizando sistemas de alumbrado exterior que iluminen solamente los lugares necesarios en los horarios necesarios, es posible ahorrar hasta un 50% de energía lo cual ayudará a conservar los recursos no renovables y proteger el equilibrio ecológico de nuestro planeta.

En palabras del doctor Ávila, una iluminación sustentable adecuada, además de proteger la investigación en astronomía, tiene una serie de beneficios que se relacionan con la protección del ambiente, las especies nativas de flora y fauna, la salud de las personas, la naturalidad del ciclo de sueño y un gran componente de eficiencia energética y de ahorro del consumo eléctrico.

Con información de Ciencia Unam

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