Page 26 - Revista Yucatán Abril 2022
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#HISTORIASDELTENDEJÓN
 ¿Por qué el Oxxo sí y yo no?
Por Ana Preciado
Esa misma pregunta se repetía una y otra vez Marcela, que observaba con engorro mientras una larga cola se formaba para entrar al Oxxo que es-
taba a una cuadra y media de distancia... mien- tras que su tendejón “La Flor” parecía embruja- do por los mismos fantasmas. Exhaló con alivio; a lo lejos veía a Sara acercarse a su tienda, los clientes fieles nunca faltaban:
- ¡Qué calor, doña Marcela! Hasta caminar unos pocos pasos acalora demasiado. El clima cada vez está peor en Mérida.
- ¿Pues qué se le va a hacer, Sarita? ¡Aquí nos tocó vivir! Dígame... ¿qué le doy?
- Vine por una lata de frijoles bayos, medio kilo de huevos y aceite.
-¡Claro! Ahora se lo traigo.
Doña Marcela estaba en el trajín de despa- char mientras, curiosa, Sara miraba la cola fuera del Oxxo:
- ¿Qué están regalando ahí o qué?, –pregun- tó Sara con cierta molestia y continuó-, la cola está larguísima... parece banco en quincena; aquí hay otra tienda con los mismos productos, más barato, ¡y hasta carne y antojitos vende us- ted! Jamás entenderé la locura de los Oxxos.
- ¡Ay sí, Sarita! Fíjese que desde que abrió, la gente ya no llega como antes, y eso que aquí se vende de todo, ¿qué tiene el Oxxo que no
tenga yo? Nomás me falta el aire acondiciona- do, pero yo pensaba que la gente buscaba va- riedad.
Marcela se apuraba a terminar de hacer la cuenta, notaba cómo Sara seguía mirando con disimulo al no tan lejano Oxxo. La escena la ha- bía preocupado y no quería arriesgarse a que la clientela leal que aún la apoyaba, pudiese ser atrapada por el hipnotizante hechizo del Oxxo y no regresase jamás...
- Creo, doña Marcela, que la gente de la co- lonia se está poniendo cada vez más “especial”. Prefieren re-pagar una caja de huevos y hacer una fila interminable en la única caja abierta, a comprar en las tiendecitas de la esquina.
- Totalmente... hasta el Servifrío de a dos cuadras está pasando penurias a causa del Oxxo. ¡Ya uno queda a completa desventaja frente a semejante monstruo!
Sara se encogió de hombros, no se le ocurrió nada más qué agregar:
- ¿Cuánto es en total doña Marcela?
- $73 pesos en total, Sarita.
Rebuscando con agobio por un minuto com- pleto dentro de su bolsa, Sara finalmente alza la mirada, entre apenada y preocupada, para soltar repentinamente la pregunta:
- Uay... ¿será que me pueda dar otro fiado?
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